Una jornada en la vida de un teletrabajador fraybentino

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El antiguo edificio del Frigorífico Anglo del Uruguay en Fray Bentos. Fuente: Wikimedia.

Son las 7 y media de la mañana en Fray Bentos, y el informativo de CX 160 Radio Litoral despierta a Yamandú con noticias de una guerra muy lejana. Yamandú se refriega los ojos, se levanta, y se dispone a despertar a Nahuel, como todas las mañanas. Los primeros rayos del sol ya tiñen las aguas del Río de los Pájaros Pintados; el mismo río que ciento cincuenta años atrás viese nacer a su querida ciudad natal al ritmo de la naciente industria cárnica uruguaya y mundial.

Mientras lleva a Nahuel al Colegio Laureles, de camino Yamandú disfruta contándole sobre la época en que ese lugar apenas estaba edificado. Le relata los mismos cuentos que le hacía su bisabuelo Dominic, aquel inmigrante francés llegado en 1875 a esta tierra de promisión. Si será generosa la tierra del Rincón de las Gallinas: allí se escribió una larga página que abarca más de cien años de la historia alimentaria mundial, en esa formidable fábrica que era la Compañía de Extracto de Carne Liebig’s, sucedida luego por el Frigorífico Anglo Uruguayo; ese mismo, enorme edificio del Anglo que abastecía de alimentos a varios ejércitos en las dos grandes guerras. El padre de Yamandú lo vio cerrarse para siempre hace ya tiempo.

Pero todo vuelve a resurgir como un ave fénix; tal como lo puede ver Yamandú mientras hace cola en el supermercado, es de no creer que delante de él, un turco chapurrea en un pobre inglés, tratando de hacerse entender con la cajera; mientras detrás de él, una finlandesa platinada le da un seco rezongo intraducible a su hijo de 15 años. Es que Fray Bentos es así: tras una siesta de décadas, con la planta de celulosa todo resurgió, hasta la presencia de extranjeros. Un pueblo tan cosmopolita como los hospitales de la Provenza francesa, llenos de heridos y refugiados, en donde Yamandú trabajó durante sus largos años de forzado exilio económico, un exilio como el de tantos fraybentinos. En eso, cuando le va a tocar el turno en la cola del autoservicio, suena su celular; mira el número llamante: “Ô, mon Dieu, c’est la canadienne!” Y cediéndole el puesto en la cola a los finlandeses, Yamandú responde el llamado de una ONG médica de la ciudad de Québec: mañana tienen que entregar urgente un un manual práctico para asistencia sanitaria en zonas de epidemia; y, oh casualidad, el único disponible para hacer eso en tiempo récord, como de costumbre, es Yamandú, ese hombre-orquesta uruguayo con mentalidad cosmopolita, puntualidad británica y un francés tan prolijo como el de un antiguo miembro de la Corte francesa. Entonces, Yamandú paga los dos litros de leche, el pan y el yogur que le encargó su esposa Liudmila, y vuelve rápido a casa; en la casilla de correo electrónico le está esperando desde hace ya veinte minutos el archivo original en inglés para traducir al francés. “Ah, ya sé, esto es parecido a lo del año pasado; estas dos mil palabras las tengo prontas hoy a mediodía”. Carga la memoria de traducción titulada «Health care French-English», y comienza a trabajar. A Dios le pido, la melodía de Juanes que brota del equipo de música, parece acompasarse con el teclear de sus dedos.

Suena otra vez el celular: es Liudmila, su esposa, que hoy fue a ver a su madre en San Javier, una colonia rusa a 70 km de Fray Bentos; “Sí, Liu, estate tranquila que cuando llegues tenés tu yogurcito servido”. Es que un médico como Yamandú lo sabe perfectamente, Liudmila necesita ese alimento que ayuda a la flora intestinal; más ahora, que está embarazada de 6 meses, esperando el nacimiento de Tatiana. ¡Con qué entusiasmo esperan la llegada de Tati! Tienen todo preparado. Y no es para menos: cuando nació Nahuel hace ya 7 años, estaban recién llegados de Marsella, con ganas de tener ese estilo de vida que sólo se puede tener en Uruguay, en la tranquilidad de este lugar, con esa imperdible vista al Río de los Pájaros, y con un loco proyecto entre ceja y ceja (cuando les contó a sus amigos de barrio que se volvía de Francia para teletrabajar con la computadora, le dijeron que estaba loco de remate). Yamandú es muy organizado con sus números; y él sabe que, al ritmo que va, ofreciendo sus traducciones a clientes del primer mundo, pronto terminará de pagar todas sus cuentas, y podrá dedicarse a lo que él tanto quiere, darle una buena crianza y educación a dos hijos, y además, viviendo allí, en los pagos de sus amores.

A todo esto, voló la mañana, ya se hizo mediodía; y como él lo había previsto, la traducción ya está pronta. Ahora se la manda a Arlette, la correctora francesa que vive en Bogotá, otra con puntualidad británica para entregar; para hoy de nochecita, estará mandando el texto definitivo a la ONG; los afectados por la epidemia, agradecidos. Ça va bien!

Trae a Nahuel del colegio y prepara dos churrascos a la plancha. A la tarde lo lleva a la casa de su primo Nachito, que vive en el barrio del frigorífico Anglo en una casa con un jardín enorme, al lado del campo de golf, para que juegue todo lo que quiera. A la vuelta ya lo están llamando de nuevo; pero esta vez es un colega del Chaco paraguayo, su viejo amigo y colega Hans Christian, un veterano de Médicos sin Fronteras: “Ya se está haciendo de noche en Viena, terminé mi disertación en el Congreso Internacional de Epidemiología, y tengo que darle mañana de mañana una copia a unos colegas franceses antes de que se me vayan, algo sencillo, pero necesito ya mismo tu ayuda”. Yamandú no sabe decir que no, y le pide que le mande el original. Cuando Hansi le pide una solución rápida, sabe lo que le está pidiendo: no la perfección, sí los resultados. Por suerte, esta disertación es un esquema muy sintético, toda terminología muy conocida sobre el dengue.

Siendo las siete de la tarde hora uruguaya, cuando Yamandú apenas le mandó el texto francés a Hans Christian, llega en su coche Liudmila, que vuelve de visitar a su madre, ya buscó a Nahuel de lo de Nachito; Yamandú va a abrirles, la ayuda a descargar sus cosas, y mientras ella le cuenta las últimas novedades de allá, de San Javier, él le acerca unas galletitas de salvado para que ella acompañe su yogur; Nahuel ya merendó en lo de Nachito, entonces va corriendo a ver los dibujitos en Río Uruguay Cable Visión, antes de la cena.

Yamandú le da una vichada al correo: Ah, très bien!, Arlette ya le mandó la corrección del manual para Québec; lo revisa, lo copia para reenviárselo a la ONG, y se va tranquilo a ayudar a Liudmila con la cena. Hoy quiere disfrutar ese rato en familia: sabe que, mañana temprano, de la Facultad de Medicina de Ginebra, Suiza, le van a mandar un gran proyecto terminológico, ese tesauro de farmacología que hace tanto tiempo que está con ganas de hacer. Los tesauros llevan tiempo y dedicación, porque hay que investigar cada palabra con mucho detenimiento; pero es uno de los trabajos lingüísticos mejor remunerados.

¡Quién diría que toda esta historia iba a comenzar hace más de un siglo, con el camino de inmigrante emprendido por Dominic cuando se vino de Provenza! El mismo espíritu de lucha, con la solidaridad que te enseña la vida.


© Fabio Descalzi, 2010. Narración original escrita como texto motivacional para alumnos de Teletrabajo en Traducción en el Universitario Crandon.

22 comentarios sobre “Una jornada en la vida de un teletrabajador fraybentino

    1. ¡Gracias, Belita! Y esa imagen que ves arriba, es un edificio que acaba de ser declarado Patrimonio de la Humanidad. Mi abuelo fue contador de esa empresa hasta su fallecimiento en 1961… imagínate todo lo que se encierra en esos muros…

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      1. Lo que nos muestra que no importa cuánto pase el tiempo, siempre deseamos escuchar esos relatos, no nos cansamos y nos sentimos niños queriendo sentarnos a los pies de papá, mamá o los abuelos a escucharlos. Gracias Fabio!

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  1. Bonjour

    l’amitié

    Cette amitié est une fleur qui s’épanouie au fis des jours des mois des années

    Ces pétales ont eu du mal de s’ouvrir au départ mais ensemble

    On en a prendra soin et ses pétales ce seront grandes ouvertes

    Comme la naissance d’un enfant

    Alors empêchons cette fleur de se faner

    Je t’embrasse passe une agréable journée

    Bernard

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  2. I guessed this must have had an autobiographical element. That translator is lucky earning first world wages and paying developing world prices locally. Those of us who get first world prices (effectively lower in real terms than they were ten years ago) and who are paying first world prices have to work a lot longer to get to the stage where they can turn their attention to actually living 😉

    PS Roomy once said to me that if I could keep my customers and move to India I’d «live like a Rajah» – I wonder if it is still true 😉

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  3. Este texto lo escribí a principios de 2010 y se los leo siempre a mis alumnos de Teletrabajo en Traducción y Servicios Lingüísticos con fines motivacionales. El relato es ficticio, pero se inspira en mi propia vida cotidiana y en el pasado de mi familia paterna.

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