¿Cuánta gente usa un teclado? Celulares, tablets, portátiles, teclados convencionales… ejemplos sobran. ¿Cuántos escriben con un solo dedo o dos? ¿Cuántas consultas tendrán los reumatólogos dentro de unos años, lo pensaron? ¡Qué genial que es repartir el esfuerzo entre varios dedos! ¡Qué práctico que es poder usarlos todos, para algo los tenemos!

Una colega y amiga recién publicó una entrada en las redes sociales, con una entrañable imagen de máquina de escribir en una taza. Me despertó muchas sensaciones. Sucede que  tengo una máquina de escribir en un rincón del corazón. La Underwood de mamá, esa con la que empezó su carrera allá en los años 60. A fines de los 70 era yo que siempre insistía en tocarla y usarla. Hasta que a prinicipios de los 80 me mandó a clase de dactilografía, en una difunta escuela de comercio, un largo y cálido verano que no tenía nada para hacer y me aburría.

Lo bien que hizo. Acá estoy trabajando e interactuando con mis diez dedos. Hasta me doy el gusto de descansar la vista y escribir de ojos cerrados.

Aprendan digitación. La dactilografía sirve.

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