Incorrecciones y ofensas

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Cómo irritar a los europeos con apenas una frasecita. Fuente: DesignTAXI

Cuenta la leyenda que Harún al-Rashid, el poderoso califa de Bagdad que inspiró Las mil y una noches, un día se indignó con su bufón. Lo condenó a una severa pena, de la que sólo se podía librar si dentro de una semana, le presentaba una disculpa que fuera más insultante que la ofensa cometida. A los pocos días, durante una revista militar, mientras el monarca presidía la ceremonia, se le acerca el bufón y, como al descuido, le da un pellizco. Encolerizado el soberano, protesta por la irreverencia y, entonces, el bufón se disculpa humildemente: “Perdonad, Majestad, os confundí con la reina”.

Como verán, las ofensas no necesitan ser en términos de salidas de tono, ni griteríos, ni palabrotas, ni insultos. Hay varias formas de ofender. La famosa corrección política es un pretendido antídoto. ¿Efectivo…? Ustedes sabrán. Y si quieren más inspiración, miren la imagen. Dice cosas como esto:

  • España: ¿eres sudaca?
  • Portugal: ¿hablas brasileño?
  • Francia: los vinos de Estados Unidos son mejores.
  • Suiza: el chocolate belga es mejor.
  • Inglaterra: las Malvinas son argentinas.
  • Italia: me encanta la pasta con ketchup.
  • Austria: ustedes son alemanes, obvio.

Y así podemos seguir imaginando otras frasecitas tan ingenuas en apariencia como ofensivas en su esencia. Por ejemplo, preguntarle a alguien que ama sus bien cuidadas plantas de interior si son de plástico. Miren cómo reacciona el padre de Mafalda, casi le da un soponcio…

5 comentarios sobre “Incorrecciones y ofensas

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