Un ave negra sobrevuela la plaza, como un ominoso presentimiento. Las nubes oscuras velan un interrogatorio inquisidor.
Allá abajo está el macho del barrio. Tirado en un rincón de la plaza, borracho de vino. Lo bastante como para no tenerse en pie, aunque no demasiado. Está justo a punto para taladrarle la cabeza a preguntas insidiosas, para tirarle de la lengua y, si tiene que sufrir para responder, que sufra. Para algo es macho y aguanta. Como él se jacta, el más macho de todo el barrio.
¿Qué tan feliz se siente serlo? ¿Existe esa palabra: feliz? ¿Se usa?
¿A qué precio?
¿A cuántas hembras usaste y lastimaste? ¿Lo pensaste? ¿Te cuidaste?
¿Qué hay de aquella a la que le hiciste una criatura? Después desapareciste. ¿Te hiciste cargo? Seguir leyendo «(Re)escribiendo al macho»