Crispín al poder

Dreadlocks back

Anoche murió la tradicional manera de hacer política.

Anoche se acabó el estilo políticamente correcto.

Anoche arrasó la llaneza. 9/11, 11/9… tanto da.

Se terminó de desdibujar la frontera entre un “disculpe” y un “no te soporto”. Se borronéo, desapareció. Lo que hay es lo que hay.

Y con esa misma llaneza, ahora viene la proclama.

Hablen claro. Abran la boca y díganlo: quiero poder y plata. O: quiero fiesta, quiero vivir sin trabajar, no me importa nada. O…

Solemos decir con ironía “mentime que me gusta”. Pero a Crispín no le gustan las mentiras. No sabe que le ocultan cosas, no sabe las falsedades, hasta que se entera. Y ahí, sí que cambia.

Si hay tipos capaces de detectar la frustración, la intolerancia y las ganas de odiar, e ir a buscar ese voto… también hacen falta otros tipos. Capaces de detectar a los millones de desencantados bienintencionados que andan por todos lados. A los pibes buena onda. A las chicas voluntariosas. A los que de verdad buscan comprensión, tolerancia, convivencia pacífica. Que les digan: ¡arriba que se sí puede!

¿Crispín candidato?


Nota inspirada en la inesperada victoria electoral estadounidense.

Que Dios ilumine a los de arriba y también a los de abajo. Sin más vueltas. Porque las palabras sobran. Ahora, más que nunca, están de más.

Que ocurran cambios como el que sucede entre la historia que pueden leer aquí y esta otra posterior.

6 comentarios sobre “Crispín al poder

  1. Es lo que sucede y hay que aceptar que estamos alejados de alcanzar una sociedad en la cual la generosidad desgrave, se asuma como un bien nacional y además sirva para alcanzar un puesto de responsabilidad. El individualismo está de moda y se ensalza como la solución ¿Final? de las desdichas que nos aquejan. Un asco amigo Fabio. Un abrazo.

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    1. Y que conste: este problema no solo se da con los notorios y públicos individualistas que sabemos. También es endémico en otros colectivos ideológicos (y con esas dos palabritas ya estoy diciendo todo). Faltan líderes que cedan poder hacia abajo. La tentación de concentrarlo siempre es grande, en todas las ideologías.

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