Una grata sorpresa al pasear por las calles del Cordón.
Impensable que los mágicos cronopios del genio Cortázar estén dando vueltas ahí, entreverados con amigos futboleros y tigres sueltos. Pero así es.
Si recorrés las estanterías, vas a encontrar una amplia selección de la mejor literatura de la región. Humildemente, perdidos por ahí, los Amigos Orientales y los Tres Terribles Tigres.
Si sos habitué de las librerías de Tristán Narvaja, no dejes de visitar esta librería «off-Tristán», queda bastante cerca.
Cerquita del IAVA, ahí está la nueva Librería Cronopios, un simpático local atendido por Gabriel, su propietario.
Ella también los vio. Corriendo por las calles y rincones más impensados.
Ella también los impulsó. Con su arte y profesionalismo.
Te estoy hablando de Celeste Moreno. La misma correctora que en su momento colaboró con Amigos orientales, ya había cooperado antes con este libro, que (por decisión mía) tardó más tiempo en ver la luz del día. Celeste interpretó muy bien lo que yo quería comunicar; te lo voy a reproducir textualmente aquí:
Dicen que la primera impresión es la que cuenta. Yo diría que es un comienzo, la envoltura. Pero si me dejo llevar por la famosa frase, ya mi primera impresión al tener el libro en mis manos fue de satisfacción. Satisfacción por los colores, las texturas, los diseños.
Ya luego entrando en el libro, me encuentro con unos personajes inquietos o inquietantes, quienes no escatiman en hacerse ver. Vamos de frente, las historias son oscuras, no aptas para menores, diría un cartelito de televisión. Hay que enfrentarse a estas sin pudor, sin juicio, libres.
Ante esto, sorprende la capacidad del autor para ponerse en la piel de estos personajes, para hablar como ellos, pensar como ellos (sabiendo uno que muy lejos está el autor de las historias que narra).
Estructuralmente, aprecio la buena organización, el buen manejo de la temporalidad y las sorpresas hechas poesía que se cruzan en el camino de la lectura.
Estos tigres no son para todos, pero sin duda leerlos es una experiencia única que el autor bien logró crear.
Ahora ya no hay por qué esperar más. Ahora, gracias a Celeste y a los demás colaboradores que participaron, podés seguir muy de cerca las andanzas del Turco, el Tano y el Tibu, los personajes de los Tres terribles tigres.
¡No te los pierdas!
Si te gusta leerlos, el libro está online en la tienda de Letras & Poesía. También lo encontrás en librerías de todo Uruguay.
En redes sociales, seguilos con el hashtag #tresterriblestigres
Imposible no verla, en su ubicación tan céntrica. Sobre la principal avenida de Montevideo.
Ya sea que vayas a buscar letras, papeles o lápices, encontrás lo que buscás.
Hasta ellos andan sueltos por ahí.
Sí, son los Tres Terribles Tigres. Acá los ves, bien al medio de la imagen.
No dejes de pasar. La clásica librería Papacito, frente a la Intendencia, tiene de todo. También a los Tigres. Los conseguís en el local, o también en línea. Hay envíos a todo el país.
Ahora están en Puro Verso, a pasitos del punto más céntrico de Montevideo. En la esquina de 18 de Julio y Cuareim, enfrente a la Cancillería, esta librería es un espacio alucinante, en una edificación antigua reciclada, con elevadas escaleras que permiten recorrer las enormes estanterías.
Por ahí andan a los saltos los Tres Terribles Tigres, ¿ya los conocés?
¡No te los pierdas! Visitá el sitio de Librería Puro Verso. Si querés, te envían el libro a tu casa, sin cargo adicional, en cualquier punto de Uruguay.
Que se vaya a la mismísima… No la voy a soportar ni un minuto más a esa. Ya no existe para mí. Voy a hacer la mía. A salir, a conocer, a aprovechar. Tener novia, yo. ¡Ja, ja, ja! Después de todo el tiempo que estuve con esa. Después de todas las noches que pasé con esa. Después de todo lo que dejé por esa. Después de todo lo que trabajé en la pizzería para hacerle regalos, ¡a esa! Después, después… ¡después, lo que venga! Seguir leyendo «Revolea»→
El resplandor del amanecer me desvela como una caricia. No quiero despertarla, prefiero que descanse tranquila después de esta semana agotadora.
Hace apenas diez días que estamos juntos. No ha dejado de correr de arriba para abajo, de ir y venir haciendo cosas, de arreglar cada rincón para que parezca como nuevo. Y es que nuestra vida es nueva. Para mí, sin duda.
Apenas puedo creerlo. Ya ni me animo a calificar lo nuestro como normal o anormal, porque parece que en este mundo ya nada lo es, tanto da. Pero… Ya estoy cansado de trotar por la vida, cayéndome siempre de la montura. Ahora, voy a andar lento pero seguro.
Mejor me levanto ya mismo y voy aprontando el desayuno. El que a ella le gusta. Apenas le conozco los gustos desde que me mudé con ella, pero esto sé que le va a encantar. Y esto otro también. Ah, por supuesto, y una flor de estas que crecen en la ventana.
Esta vez no puedo fallar. No voy a fallar.
Hoy me levanté bien. Inspirado. Elijo seguir con ella. Y la voy a seguir eligiendo todos los días. Lo sé.
Canon y giga en re mayor, por Johann Pachelbel (1680). Un plácido despertar de los sentidos.
Supongo que siempre lo supe; un día iba a terminar llamando a esa puerta.
Una casa de balneario en Floresta, con un jardín al frente, si es que se le puede llamar jardín a un pequeño rectángulo enrejado en el que apenas caben una rosa china y dos o tres ridículos enanitos cubiertos ahora de maleza. El propio marido de Carolina me contó que los había comprado ella misma, un año atrás. Carolina había llegado en taxi, una noche de lluvia; dejó el automóvil esperando en la calle y entró en la casa como una tromba. Tomó el manojo de llaves, volvió al taxi y se fue.
Sí, ese manojo de llaves al que yo tantas ganas le tenía y nunca me decidía a ir a buscar. Carolina me ganó de mano. Tengo que admitirlo, me siento frustrado; yo podría haber llegado antes. Seguir leyendo «El manojo»→