—¡Feliz cumpleaños, hermano! —Gracias, viejo, gracias. Parece mentira. Te alcancé. Cinco décadas ya. —No se te ocurra decirlo así, suena fuerte. —Es que la vida es fuerte. Nosotros somos fuertes. —Cierto. Todo lo que aguantamos. Hasta la peste y más. Aquí estamos, vivos y coleando, hermano. —Y vamos por más, viejo. —Epa, eso era lo que yo siempre te decía, cuando no te animabas. —Y bueno, ya ves, me enseñaste al fin, je. —Aquellos años… Los quince, ¡qué época! —Aprovechábamos que éramos bien altos y nos colábamos a todos los bailes. —Porque yo te llevaba, hermano. —Dale, que si yo no iba, tampoco te animabas, viejo. —Es que ir solo, no daba. Además, eras tímido de más, necesitabas un empujón. —Eso no te lo voy a negar. Siempre tuviste más sangre, más arrojo para eso. —Bueh (se ríe para adentro). —Je je, el que se ríe solo, de sus picardías…
Ella también los vio. Corriendo por las calles y rincones más impensados.
Ella también los impulsó. Con su arte y profesionalismo.
Te estoy hablando de Celeste Moreno. La misma correctora que en su momento colaboró con Amigos orientales, ya había cooperado antes con este libro, que (por decisión mía) tardó más tiempo en ver la luz del día. Celeste interpretó muy bien lo que yo quería comunicar; te lo voy a reproducir textualmente aquí:
Dicen que la primera impresión es la que cuenta. Yo diría que es un comienzo, la envoltura. Pero si me dejo llevar por la famosa frase, ya mi primera impresión al tener el libro en mis manos fue de satisfacción. Satisfacción por los colores, las texturas, los diseños.
Ya luego entrando en el libro, me encuentro con unos personajes inquietos o inquietantes, quienes no escatiman en hacerse ver. Vamos de frente, las historias son oscuras, no aptas para menores, diría un cartelito de televisión. Hay que enfrentarse a estas sin pudor, sin juicio, libres.
Ante esto, sorprende la capacidad del autor para ponerse en la piel de estos personajes, para hablar como ellos, pensar como ellos (sabiendo uno que muy lejos está el autor de las historias que narra).
Estructuralmente, aprecio la buena organización, el buen manejo de la temporalidad y las sorpresas hechas poesía que se cruzan en el camino de la lectura.
Estos tigres no son para todos, pero sin duda leerlos es una experiencia única que el autor bien logró crear.
Ahora ya no hay por qué esperar más. Ahora, gracias a Celeste y a los demás colaboradores que participaron, podés seguir muy de cerca las andanzas del Turco, el Tano y el Tibu, los personajes de los Tres terribles tigres.
¡No te los pierdas!
Si te gusta leerlos, el libro está online en la tienda de Letras & Poesía. También lo encontrás en librerías de todo Uruguay.
En redes sociales, seguilos con el hashtag #tresterriblestigres
Con gran alegría te cuento que resulté premiado en la categoría «Mejor cuento/relato» de la última edición de Premios Letras & Poesía (lo mejor de 2019) Seguir leyendo «Premiado en Letras & Poesía»→
Ayer cumplí catorce.
Estoy muy alto, crecí mucho hace poco.
Y estoy tranquilo, solo, en el jardín de atrás de casa, cómodo y fresco. Nadie me molesta. Camino tranquilo. Descalzo sobre el pasto. La gramilla me cosquillea. Me mido tranquilo. Me tanteo tranquilo. Más cosquillas.
Desde los doce tengo la costumbre de medirme con los pies.
A la hora que el sol les hace arrojar una sombra perfecta a las macetas del jardín, me paro descalzo en el mosaico del patio, lleno de dibujos, observo el punto en donde recae mi sombra, una flor, una hoja, un firulete, y después mido mi sombra, caminando desde donde estaba parado hasta ese punto donde vi recaer mi sombra.
Hoy me sorprendí, mido seis pies y medio. Seguir leyendo «Me(n)sura»→
Mauro se instaló en la puerta y la esperó a que llegara. Ahora, solo ella le importaba.
No le interesaba haber sido el goleador campeón de la cancha. Ahora buscaba otra cosa.
Ya no soportaba más así, sin poner en práctica de una vez lo que él sentía como su hombría. Era apenas un cachorro de dieciséis, pero ya nadie lo iba a frenar. Seguir leyendo «Primeros tantos»→
¿Quién dijo que los chiquilines no leen? Ahora, vos también podés ayudar a fomentarles este sano hábito. Es muy fácil.
El año pasado tuve el enorme gusto de conocer a Bruno Quarneti, director técnico de la Generación 2006 del Club Atlético Carabelas. Este entrenador de fútbol pone toda su pasión y empeño en hacer de un cuadro de barrio una verdadera segunda casa en donde no solo se aprende a jugar un deporte, sino también valores. El valor del esfuerzo, del trabajo en equipo, de la solidaridad. Y, no está de más recalcarlo: de la instrucción. Al respecto, vale la pena contar una anécdota, que a su vez nos lleva a un sencillo pero necesario llamado de colaboración a los lectores que lleguen a esta página. Seguir leyendo «¡Campeones, a leer!»→
Entrando en la plaza de comidas del centro comercial, Ismael lleva tomada de la mano a Alicia. Camina rápido, encuentra uno de los últimos lugares libres; ¡qué suerte a esta hora! Tiene la cabeza llena con otros asuntos que no se arreglan tan fácil.
—Isma, qué lindo que te queda ese equipo deportivo negro con las tres rayas blancas. ¡Parecés tan grande…!
—Dale, Ali, sentate ahí. Ya mismo.
Ismael agacha un poco la cabeza, que queda detrás de las hojas verdes artificiales. Alicia se acaricia los rulos, tranquila.
—Isma, ¿por qué nos sentamos así, como escondidos entre las plantas?
Estoy escribiendo esto y me emociono hasta las lágrimas. No quiero que mis amigos me vean así. Porque también me pasó hace un rato, viendo cómo perdíamos. Los holandeses casi nos llenan la canasta, de no ser por nuestro gol en la hora, pero ni con eso alcanzó. Adiós final. Adiós copa. Casi me tiro al piso a pegar con los puños. Lloré frente la tele como el peor.