Hace unos años, día y noche veía corretear por mi escritorio un montón de personajes juveniles. Apenas esbozados, con dos o tres rasgos faciales, físicos a trazos de brocha gorda, nombretes y mañas varias. Sí: los oía hablar, gritar y festejar goles.
¿Loco? No, no estoy loco. Tampoco estoy solo. Muchas voces me acompañan. Voces de verdad. Seguir leyendo «Escuchando a mis personajes»