
Separando al escritor que produce del personaje real.
El que produce, escribe cosas para que alguien lea.
Sin importar quién, pues son de palo los de afuera.
Pero el verdadero, teme mucho que le hagan mal.
Solo ese personaje real sabrá cómo se escribe esta historia.
Porque la memoria no juega chicanas. Siempre quiere gloria.
Y si la memoria quiere gloria, más vale que evite la tragedia.
Al redactar las líneas, con la pluma me pincho un dedo,
mientras pienso en escribir lo que puedo.
Se me acaban las palabras.
¿Por qué escribir al personaje real,
si es, humildemente, real?
Me canso.
Se me corta la racha.
Ya está.
Basta.
Ta.