Etiqueta: Creación

Testimonio de un loco lindo con pretensiones de poeta

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Lo de lindo es pretencioso, porque de eso, no tengo nada. Lo de loco es un poco más coherente, porque la gente me escucha decir cualquiera. Pero cualquiera se puede dar cuenta de que estoy, digamos, extrovertiendo algo de lo mucho que tengo para dar. A veces, hasta parece poesía. Otras, música.

Ayer terminábamos de hacer las compras en el súper. Una linda salida familiar de las de siempre, sin sobresaltos, la cajera muy atenta, los pibes muy diligentes, había poca gente. Nada que exaltase, nada que desbordase. Pero mi cabeza sí que desbordaba. Se cocinaba a fuego rápido todo lo que había en el fondo. En la superficie, estaba repasando el plato que iba a cocinar al wok, como debe ser, a fuego lento.

Mi hija, de chiquita, adoraba una melodía, «El meneaííííto». Haciendo eco de eso, mi respuesta a su reclamo de ayuda para estudiar fue «esperá un poco, que estoy haciendo el salteaííííto». Ella se rio de mi ocurrencia. El salteado de verduras al wok lleva tiempo y no hay que distraerse, de lo contrario, se quema. Pero un poco de humor, música y poesía siempre condimenta una rutina familiar tan intensa como alocada por lo interminable.

Inacabable es lo que se me da por escribir. Y aquí viene el parteaguas. La bajada a tierra súbita, el cambio de tema que rompe los esquemas.

Ya hacen unos años de ese primer rapto inspirador para escribir una novela sobre adolescentes. El inicio de una carrera literaria. Esto, dicho sin ninguna petulancia; la importancia de esta afirmación no va tanto por lo de carrera profesional, sino más bien, por lo de escribir a la carrera. Me sale todo rápido, escribo todo de corrido, sin pensar, sin editar, así es mejor, sale desde bien adentro lo mejor (y lo peor). Lo que quiero sacar. Lo que necesito sacar. Después, si publico o no, es mi problema. Pero eso es un cuento aparte.

La mejor (o la peor) parte es: estoy entrando a separar al escritor que produce, del personaje real. Lo de escritor que produce, está claro, ¿no? Escribir cosas para que alguien lea, no importa si por obligación o por devoción, pero que lea. A veces, solo para leerlas yo, porque lo que contiene ese texto es un verdadero papelón. Otras, para que lo lea cualquiera, porque total, son de palo los de afuera. Pero no los de adentro. Los que sí leen. Los que sí escuchan. Los que sí observan. Y critican. Y demandan. Y cuestionan. Y condenan. Y…

Solo este personaje real sabrá cómo se escribe esta historia.

Porque la memoria no juega chicanas. Siempre quiere gloria.

Y si la memoria quiere gloria, más vale que evite la tragedia.

Al remendar una media me pincho un dedo,

mientras pienso en escribir lo que puedo.

Se me acaban las palabras.

¿Por qué escribir al personaje real,

si es, humildemente, real?

Me canso.

Se me corta la racha.

Ya está.

Basta.

Ta.

Les petits moulins à vent (Los pequeños molinos de viento), exquisita melodía barroca compuesta por el francés François Couperin en 1722, describe a la perfección cómo se movían mis dedos en medio de ese torrente…

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Nace «Amigos orientales»: la previa

Libros Fabio

Como todo en esta vida, la creación literaria tiene un escenario en el que se desenvuelve. Amigos orientales, ese libro que ahora circula impreso, fue el resultado de un largo proceso que también tuvo su propia escena, su propio trasfondo. Intentaré describirlo de la manera más ilustrativa.

Dicen que detrás de un escritor hay un lector. Respaldo esa afirmación, porque mis letras abrevan en todas esas interminables horas de lectura a lo largo de más de cuatro décadas. Una absorción literaria que, ya antes de leer, comenzó con mis oídos, cuando me narraban cuentos infantiles con gran lujo de detalles. Ese mismo detallismo fue siempre parte inseparable de mi manera de apropiarme de los textos que pasaron por mis ojos. En español y también en otros idiomas que aprendí. En mi vida familiar y social, estudios, trabajo, viajes, sueños. Detalles, muchos detalles.

hotel-carsson-general-2fd80fcCorría octubre de 2014. Terminaba un intenso fin de semana en la hermana ciudad de Buenos Aires. Reencuentro con muchos amigos, adquisición de conocimientos profesionales, comidas elaboradas, compras apuradas, y dos noches de alojamiento en el Hotel Carsson de la calle Viamonte. Esa edificación también significó un reencuentro muy fuerte, porque allá por febrero de 1976 había estado alojado una semana con mis padres y hermana, en nuestro primer viaje fuera de Uruguay. Tenía a flor de piel muchos puntos de comparación, muchos recuerdos remotos que resaltaban con el recorrido por la vida. Todos esos contrastes también invitaban a proyectar escenas de futuro.

Y la soledad de la habitación. Comparando con los amplios espacios en los que alternaba con mis amigos y colegas traductores, de pronto esas paredes parecían muy estrechas. No faltaba confort moderno, tenía conexión a internet y televisión por cable, el contacto con mi familia al alcance de los dedos. Pero esos ratos de soledad en medio del trajín también pedían algo más. Mucho más. No me alcanzaba.

Todo ese cúmulo de detalles, más mi propio recorrido por la vida, deben de haber hecho erupción allá en el fondo de mi ser. De hecho, en el curso de marketing para traductores al que recién había asistido, una voz interior me taladraba la cabeza diciéndome «dale, es ahora, no esperes más». Así, en la madrugada del domingo 19 de octubre de 2014, me desperté sobresaltado con cualquier ruido y ya no pude dormir más. Pendiente de ese «algo más» que estaba esperando que sucediera.

Sucedía que mi cabeza estaba poblada de cosas que hacían fuerza por salir. Al tanteo encendí la luz, busqué en la mesa de luz lapicera y papel, escribí lo que sentía. No fue suficiente, seguí escribiendo. Al rato me di cuenta de que estaba naciendo un personaje, un jovencito que profería críticas contra una sociedad que consideraba perdida.

No es exageración decir que mi primera mesa para escribir literatura fue la almohada. Pero empecé a sentirme incómodo, por eso me senté frente al escritorio y seguí escribiendo. Más molesto todavía. La mesa no parecía la mejor solución, algo me quedaba lejos, necesitaba proximidad. Agarré un cuaderno grande que tenía en mi bolso, lo puse sobre el muslo y seguí escribiendo. Casi con los ojos cerrados. Una conexión de la mente creativa directamente con la mano que arroja tinta al papel.

Así, casi al impulso, salió otra cosa distinta a lo que estaba escribiendo sobre la almohada: el borrador de un diálogo entre dos personajes adolescentes. Muy impetuosas las palabras, sin filtro, se mezclaban el entusiasmo y la improvisación. Un desborde, un descontrol me brotaba, apenas se podía retener en el papel.

¿Quieren saber más de esos primeros personajes? Lo vemos el próximo martes.

De la traducción a la creación

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Palabras+ y la Asociación de Funcionarios Internacionales Españoles (AFIE), en colaboración con la Facultad de Traducción e Interpretación (FTI) de la Universidad de Ginebra, la Asociación Internacional de Traductores de Conferencias (AITC) y el Club del Libro en Español, convocan la cuarta edición del concurso literario para traductores e intérpretes «De la traducción a la creación».Porque en la interpretación del mundo cabe todo y su contrario, cada uno tiene su propia visión de la realidad y también está bueno saber la tuya, si sos traductor, intérprete, o estudiante de esas carreras.
El tema es «Todo y su contrario». La propuesta es que agregues a tu relato esta lista de palabras o sus derivados: raro, decencia, mulato, chismorrear. También enviá una foto, dibujo o cualquier otro elemento gráfico que dé color y fuerza a tu texto.
Tenés plazo hasta el 23 de junio. Las bases las podés descargar aquí.

Árbol de creación

dossier-para-un-equinoccioEste es el árbol de los deseos,
esa es la brisa de los floreos.
Brota como el verde de tus ganas,
nieva como el blanco de tus canas.

Se calman las hojas, lo siento;
se vuelan las hojas al viento.
Plegaria de rodillas como un ruego,
invierno con anhelos de otro fuego.


¿Cuál es la historia de este poema? Aquí se las cuento.

Luis Eduardo, bloguero de Messieral, convocó meses atrás a un certamen de poesía. Participé con este poema, inspirado en la imagen de portada, obra de Karen Huertas (digan la verdad: ¡qué imaginativa!). Fui distinguido con un ejemplar de su obra como premio. Ahora publicó mi poema en su blog, junto con otros que también participaron. Están invitados a pasar a leerlos.

El escritor, ¡qué personaje!

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Hemingway escribe frente al espejo.

Ayer publicaba un poema que me salió una tarde, casi espontáneamente. Alude a un personaje que se escribe a sí mismo. Hoy vamos por la recíproca; un breve texto en prosa, referido al personaje que es el propio escritor. No por lo que crea, sino por lo que cree.

Crear y creer. Qué dos palabras tan hermosas. Hasta son confusas por momentos. «Quiero que usted cree XXX» frente a «¿Usted cree en esto que quiero?» Las mismas cuatro letras, pero con significados verbales distintos. O frases mucho más ambiguas, como: «Yo creo lo que creo», que se puede interpretar de varias formas. Seguir leyendo «El escritor, ¡qué personaje!»

El personaje que se escribe

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Fuente: Wikipedia

Separando al escritor que produce del personaje real.
El que produce, escribe cosas para que alguien lea.
Sin importar quién, pues son de palo los de afuera.
Pero el verdadero, teme mucho que le hagan mal.
Solo ese personaje real sabrá cómo se escribe esta historia.
Porque la memoria no juega chicanas. Siempre quiere gloria.
Y si la memoria quiere gloria, más vale que evite la tragedia.
Al redactar las líneas, con la pluma me pincho un dedo,
mientras pienso en escribir lo que puedo.
Se me acaban las palabras.
¿Por qué escribir al personaje real,
si es, humildemente, real?
Me canso.
Se me corta la racha.
Ya está.
Basta.
Ta.

Guardar

Estela de luz

En la fecha se publicó este poema de mi autoría en el blog «La poesía no muerde». Se inspira en un evento llevado a cabo en Deshoras Café Cultural, a cargo de los escritores Lorena Giménez y Felipe Palomeque. Un lugar muy agradable con atmósfera bohemia e inspiración literaria, en donde se distribuyen publicaciones de Estela Editora. De ahí el título del poema.

LA POESÍA NO MUERDE

Una misteriosa luz roja

seduce a los paseantes

que, ante la fachada del bar,

pasean como navegantes.

Maravillosa luz blanca

ilumina a los presentes

que, ante las mesas del bar,

asombran con sus mentes.

Es la magia del crear,

azuzados por una doncella

que cautiva con voz y letras.

En las mesas flota un ser

que deja una estela al hacer

a las letras salir a pasear.


Fabio Descalzi (Montevideo)

https://www.wattpad.com/269820203-rincón-poético


Poema busca imagen (propia y apropiada)

lapoesianomuerde@gmail.com

(Con nombre, apellido, ciudad y enlace)

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