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Cómo cambia la moral con la lengua (III)

Moral dilemma 2 ways

La semana pasada te había planteado el «dilema del tranvía». Vas a ver ahora los resultados de los estudios. Va de nuevo la pregunta: ¿qué hacés, pulsás el botón?

Muchos dijeron que sí. Pero ¿qué pasa si la única manera de parar al tranvía es empujar hacia su recorrido a un extraño que justo va caminando cerca por una pasarela? Vos sos reticente a decir que sí, aunque tanto en este escenario como en el anterior, sacrificás a una persona para salvar a cinco. Pero Costa y sus colegas descubrieron que si te plantean el dilema en un idioma que aprendiste como lengua extranjera, cambia dramáticamente tu disposición a empujar al extraño hacia el tranvía; de menos de 20% de voluntarios que responden que sí en su lengua materna, la cifra aumenta a un 50% cuando responden en una lengua extranjera. Y date cuenta que se incluyeron hablantes de inglés y de castellano, con castellano e inglés como lenguas extranjeras respectivas; los resultados fueron los mismos para los dos grupos. Con esto se muestra que el efecto se logra usando una lengua extranjera, sin importar cuál lengua.

Con un montaje experimental muy diferente, Janet Geipel y sus colegas también descubrieron que al usar una lengua extranjera cambian los juicios morales de sus participantes. En el estudio, los voluntarios leen descripciones de acciones que parece que no te hacen daño, pero que sentís que son moralmente reprobables, por ejemplo, historias de hermanos que disfrutan de sexo totalmente consensual y seguro, o de alguien que cocina y come a su propio perro después de que muere en un accidente de tránsito. Si leés esas historias en una lengua extranjera (en el experimento fueron inglés e italiano), juzgás que esas acciones son menos malas que si las leés en tu lengua materna.

¿Por qué importa si juzgás la moralidad en tu propia lengua o en otra extranjera? Según una explicación, esos juicios implican dos modos de pensar diferentes y competitivos; uno de ellos, un «sentimiento» rápido y visceral, y el otro, una deliberación cuidadosa sobre el bien mayor para la cantidad mayor. Cuando usás una lengua extranjera, de manera inconsciente te vas al modo deliberativo porque el esfuerzo de funcionar en tu lengua no nativa hace que tu sistema cognitivo se prepare para una actividad cansadora. Esto puede parecer paradójico, pero tiene que ver con hallazgos de que si leés problemas matemáticos en una letra difícil tenés una tendencia a hacer menos errores por descuido (aunque estos resultados han sido difíciles de reproducir).

Otra explicación es que aparecen diferencias entre las lenguas nativas y extranjeras porque tu idioma de la infancia vibra con más intensidad emocional que las lenguas que aprendés en entornos más académicos. Como resultado, si hacés un juicio moral en una lengua extranjera lo cargás con menos reacciones emocionales que las que te vienen de golpe cuando usás tu idioma de la infancia.

Cuestión de memoria, ¿qué decís? La semana que viene lo vas a saber.

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Cómo cambia la moral con la lengua (II)

Ámos_-_The_good_and_the_evil

La semana pasada te preguntaste si es posible que tu brújula moral cambie según la lengua que estés usando.

Los psicólogos que se dedican a estudiar los juicios de valor se han interesado en este tema. Muchos estudios recientes se enfocaron en cómo la gente piensa en la ética en una lengua no nativa, como podría ser el caso, por ejemplo, en un grupo de delegados en las Naciones Unidas que estén utilizando una lingua franca para debatir una resolución. Los resultados sugieren que, al enfrentarse a dilemas morales, la gente responde de manera diferente al hacerlo en una lengua extranjera, si se compara con cómo responden al hacerlo en su lengua materna.

En un artículo científico de 2014 realizado bajo la conducción de Albert Costa, a los voluntarios del proyecto se les presentó un dilema moral conocido como el «dilema del tranvía»: imaginá que un tranvía fuera de control se dirige hacia cinco personas que están en sus vías, sin posibilidad de moverse; estás cerca de un botón que puede hacer cambiar la marcha del tranvía hacia otra vía, pero eso causaría la muerte de otra persona que está inmovilizada en esa vía. ¿Qué hacés? ¿Pulsás el botón?

¿Querés saber los resultados de la investigación? Te los presento la próxima semana.