El Turco está sentado en el cordón de la vereda. Se le acerca el hermano.
–¿Qué te pasa, che?
–Otra vez…
–Juaa, te volvió a patear aquella.
El Turco lo mira de reojo, masticando rabia.
–Y que no vaya a decir que no la supe entender. Porque mirá que la pasó bien conmigo, ¿eh?
–Lo que pasa, es que…
–Se le dio por volver con ese tarado nariz para arriba. El novio que tenía antes.
–El mismo que ya te la había sacado el año pasado, ¿eh?
–Que más facha, que más copado, que más trabajador, que más onda, que se viste mejor… ¡que se parta al medio, ese cara de crótalo! Mientras, yo sigo con este laburo, juntando propinas, tirando. ¿Me tendré que comprar un auto? Y después, lo cara que sale la nafta… Vos viste, el viejo siempre se queja…
El hermano lo escucha, con cara de obviedad.
–Pasa que, vos, también…
El Turco frunce el ceño. Ya conoce ese comentario.
–Ahora solo falta que diga que la engañé. ¿Qué sabe ella?
–Jaj, vos sabrás con cuántas…
–Ah, claaaro. Porque me vas a decir que ese novio que volvió, es un saaanto, seguuuro. Con la facha y la plata que tiene, se va a portar bien y todo. ¡Andá! Que no me la hagan creer a mí.
El hermano no tiene ganas de volver a escuchar ese discurso. Cambia de tema.
–Bueno, me voy a aprontar.
–¿Adónde vas esta noche?
–Sale tablado con aquellos vagos.
–Tablado, y después…
–Más bien, después sigue la noche. ¿Te colgás?
El Turco se queda mirando a lo lejos, inexpresivo, frotándose la cara. Sintiéndose como un infeliz solitario.
El blog de Fabio 
Wonderful..
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Maestro
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