Reaparece el personaje de Crispín, el de La peluca de rastas, pero ahora más crecido:
Se miró en el espejo rajado. Se pintó un lagrimón en el cachete rosado. Se mesó con los dedos una rasta rubia. Tanteó en la mesa, qué raro: una gubia.
Crispín estaba a punto de debutar como actor en ese escenario popular. Le habían pedido, por favor, que no rechazara esa ocasión para ayudar. Iba a hacer de él mismo, como había sido antes. Pero ahora, recordando; tenía ayudantes. Los muchachos del barrio carenciado, ellos sí que estaban marginados.
¡Qué asco! Las rastas. Crispín se arrancó la peluca y la tiró al piso. Tiene piojos.
Un par de ojos lo miraron desde atrás de la cortina de arpillera. Un chico al que le habían pedido que leyera. Lo observaba de arriba abajo, entre divertido y resignado. Crispín se sintió extraño, como juzgado.
Ese galponcito con techo de chapa era un teatro improvisado. Y él, si vamos al caso, un actor impensado. Inimaginable el camino que había recorrido desde que era padre. Estimulado por la suave y remota voz de su finada madre.
—Vamos, hora de entrar a escena.
—Pero prolijo, bien plantado, elegante, aliñado.
—No, Crispín. Sé fiel al personaje que fuiste.
—¿Fiel? Si no era fiel a…
—No cambies de tema. El personaje del pasado por un rato estará resucitado. ¿O te olvidaste cómo te encontraron más de una vez…?
Crispín apretó los puños. Pero no quiso seguir insistiendo.
Levantó la peluca de rastas. Con piojos. Se la enfundó en la calva y salió a escena. Dispuesto a declamar monólogos de su imberbe andar desastrado. Con piojos para rascarse en serio. En el escenario de ese barrio carenciado. Cerca de ellos.
Llegarles a ellos. Sentirse como ellos.
Algunos me han preguntado por los antecedentes de Crispín. Hagan clic aquí para verlo.
¡¡¡Me parece adorable!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Gracias! El personaje es surgido de esta historia: https://view.publitas.com/p222-8863/revista-3/page/37
Me gustaMe gusta