Hoy murió un amor.
No hay nada de qué hablar.
No me quiere hablar.
Y francamente, yo tampoco.
No me inquieta ese silencio.
Me agrada, me acalla.
No me ametralla.
Rebota.
Si me insulta, me resbala.
Si no hay ningún milagro,
pero milagro en serio,
esto ya se acaba acá.
Pero, ¿y la ilusión?
Esa no se la esperaban.
Esa sí que persiste.
Esa sí que se arma.
Esa sí que crece.
Atrapa.
Cautiva.
Desarma.
Derrite.
Y no es carma.
Es deleite.
Casi como una obsesión.
Pero no es tortura.
Es algo casi sin mención.
Pero se carga de ternura.
Porque
tras el bofetazo
sé que viene la razón.
No se puede perder eso,
por más que parezca ilusión.
Titanium, de David Guetta ft. Sia (2011). Más resiliente de lo que se puede imaginar.