Mucho solemos hablar de nuestra ciudad tranquila, de un pueblo grande en donde no pasa nada. Pero en medio de la rutina, hay personajes anónimos que corretean de un lado para el otro, viviendo aventuras y desdichas sin solución de continuidad. Alguno, ni sabe bien quién es, pero igual busca, bebe y baila. Y cómo.
La tercera persona está narrada en primera persona. Por un despistado que no sabe por dónde anda. Un desmemoriado que pierde las llaves con la misma facilidad que desvaría sobre su domicilio u olvida su nombre. Las piratesas lo provocan y acosan, lo toman y dejan, lo dejan y toman. Mientras, gasta plata, se queja de la ropa, usa camas y duchas ajenas, hace escala en apartamentos y recorre recovecos de un raro hotel. Siempre acompañado de un libro, por supuesto que ajeno, que no termina de leer pero escucha elogiar. Por el mismo, rarísimo personaje que minutos antes lo retara por entrometido.
Victoria se llama su amada. Pero este navegante teme la derrota. Quisiera ser más pirata, pero a falta de parche y pata de palo, trata de buscarse una vida. Y mientras busca, va viviendo otros asuntos. Hasta llega a conocer suegros y cuñado, cuya existencia ignoraba casi tanto como la de esa recepcionista, tan novia fugaz como incipiente cocinera. Le cae mal la comida, pero no cesa de tomar café en los lugares en los que para, y ya se está olvidando de cómo regresar al lugar del principio. Allí tendrá alguna indeseada revelación a manos de un tercero, muy tentado de voyerismo.
Con mucha soltura, ágil ritmo y chispeante humor, Felipe Palomeque invita a disfrutar de una lectura con óptica masculina y fuerte impronta urbana.
La tercera persona, por Felipe Palomeque. Estela Editora, 2015, 136 páginas. ISBN 9789974910669. Disponible en Escaramuza, Parisson y Deshoras Café Cultural.
En octubre de 2016 se publicó una entrevista a Felipe Palomeque en EL PAIS Cultural.