Se está presentando en la sociedad paraguaya la inolvidable niña que todo lo cuestiona. Tras aprender veintiséis idiomas, ahora también se expresa en guaraní. Gracias a María Gloria Pereira, traductora bilingüe nativa.
Estos días se celebra la Feria Internacional de Asunción, inmejorable ocasión para hacerse ver y oír por tanta gente que sin duda la va a adorar.
(Agregado en marzo de 2019): no se pierdan una muestra de estas tiras, leídas en voz alta:
Tras los orígenes en la era de la televisión «a pedal», el humor siguió evolucionando. Las décadas transcurrieron. Las épocas fueron cambiando. Las mujeres lucharon por imponer su lugar, también en el humor. No se pierdan esta segunda entrega.
El humor uruguayo tuvo épocas de oro. A tal punto que cruzó el charco y también se impuso en Argentina. Tuve el enorme gusto de nutrir mis sentidos y mi memoria con los chistes más finos y las risas más sanas.
¿Quieren saber cómo fue todo? Facundo Ponce de León, viejo vecino del barrio Punta Carretas, nos lo cuenta en este documental de tres capítulos. También pueden leer algo en Búsqueda, si están apurados. Pero no dejen de ver el video, se van a emocionar con un montón de caras y voces conocidas. De las dos orillas del Plata.
En este video de la década de 1980, el Toto Paniagua (Ricardo Espalter) se comporta con torpeza ante una dama (Gabriela Acher) mientras desde otra mesa lo aconseja con gestos su profesor de modales Claudio (Enrique Almada), en tanto el mozo (Andrés Redondo) desaprueba con modales amanerados y desde la barra otros dos (Julio Frade, Berugo Carámbula) miran con caras raras. Las palabras parecen sobrar, predomina un lenguaje visual propio del cine mudo, que casi parece pantomima. Universal es el lenguaje del humor, ¿eh?
Pero no siempre es así. La mayoría de las veces, es imprescindible la palabra para hacer reír. Estos uruguayos que hacían humor en Argentina eran unos genios, sabían cómo cruzar varios límites, no solo geográficos. Pero muchas veces, al cruzar una frontera, un chiste que nos haría rodar por el piso no tiene ninguna gracia para los otros. Sostenía el semiólogo Umberto Eco que lo trágico y lo dramático son universales, pero lo cómico no. Y no es fácil encarar el reto de trasladar el mecanismo que sirve para romper esquemas preestablecidos: el ridículo de otros, los tabúes sexuales y escatológicos, los insultos, la violencia, la burla, la payasada o imitaciones satíricas. Muy difícil si es en una película o programa de televisión.
No tanto en la literatura, un producto cultural que se consume de modo más reposado. Los lectores están dispuestos a invertir tiempo en el disfrute. Además, quien lee un libro busca también ampliar su conocimiento; entender el humor de otro país puede ser placentero para un lector con ánimo de mejorar su acervo cultural. Muchas veces, la traducción del humor pasa por explicar en una nota a pie de página qué es lo cómico; así, no se elimina la esencia del original. Es común que la traducción del humor sea literal o incluso inexistente, manteniendo la expresión en el idioma original como táctica para generar conocimiento a partir de la explicación que se nos ofrece en las notas al pie.
La traducción del humor supone un proceso de adaptación cultural que no resulta sencillo en ningún caso. Se trata de un trabajo que solo pueden realizar con garantía los profesionales más creativos y con más conocimiento de las culturas origen y meta.
Durante décadas, los uruguayos dictaron cátedra de humor en el Río de la Plata. Ya escribí un artículo sobre el tema, hoy quiero mostrar algo audiovisual. Que ya tiene más de tres décadas, pero no deja de ser muy gracioso, además de refinado.
Con la descacharrante presentación de Andrés Redondo, la orquesta formada por Julio Frade (piano), Ricardo Espalter (pito), Enrique Almada (pito) y Berugo Carámbula (guitarra) presenta una variedad de melodías, incluso una de Mozart. Y nos hace rodar por el piso de la risa. Sin perder el estilo ni la calidad.
Cuando vamos caminando plácidos por una calle concurrida pero amena, de repente sentimos algo pastoso que nos toca. «¡Aaaagh, me cayó!» es lo que nos nace decir cuando una paloma nos derramó sus excreciones encima. Bueno, no exactamente eso, creo que cometí un error de imprenta con la palabra de cuatro letras. O tal vez hayamos utilizado otra poderosa palabra de potentes propiedades provocativas, también de cuatro letras.
Parecería que esa economía de palabras también aparece en la lengua inglesa, si bien con otras características sonoras. Verán a menudo, en ciertos textos impresos, la expresión fuck (que también se suele sustituir por f * * k para saltear filtros informáticos de palabras). Sí, es un vulgarismo. Tan vulgar como la palabra castellana p * * a (aaah, ¿vieron cómo también la conocen? Y también la usan, no mientan…). Seguir leyendo «Palabrotas y palomas»→
Mucho solemos hablar de nuestra ciudad tranquila, de un pueblo grande en donde no pasa nada. Pero en medio de la rutina, hay personajes anónimos que corretean de un lado para el otro, viviendo aventuras y desdichas sin solución de continuidad. Alguno, ni sabe bien quién es, pero igual busca, bebe y baila. Y cómo. Seguir leyendo «Navegante del asfalto»→