Etiqueta: Luz

Vegetación

Tradescantia pallida -purpurina- 01

Vívida flora
de follaje morado
rastrea su luz.


Ejemplar de reina púrpura (Tradescantia pallida) en un jardín montevideano.


Originalmente publicado en Salto al Reverso en mayo.

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Herida

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Tajo profundo,
sensación desastrosa
con sangre que mana
de herida tan grave.

Dolor tan profundo,
debilidad que domina
a un cuerpo cansado
de tanto doblarse.

Tiniebla profunda,
anhelando la luz
que me invite a soñarte
sin miedos ni afanes.

Corazón espinado por Santana y Maná (1999). Una melodía muy popular que, en bruto contraste con la experiencia reciente (hace un par de meses) de un accidental corte profundo en un brazo, invita a pensar en lo que es realmente importante.


Originalmente publicado en Letras & Poesía en abril de este año.

Una luz

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Moro fuma recostado contra la puerta de los apartamentos donde vive. En eso, sale Andy. Un vecino y amigo con el que tiene mucho en común. A los dos les faltan padre y madre. Y sin embargo, Andy siempre parece como recién llegado de otra galaxia, lleno de novelería. Moro se incorpora para recibir un abrazo muy efusivo con sonrisa de regalo.

—¿Qué me contursi, compañero? Mirá que arrancó el cuadro con un muy buen partido, ¿eh?

—Ni un gol metimos…

—Pero arrancamos muy bien, pibe. Mirá que atacaste y atacaste, ¿eh? Mucho más que yo y Paco. Así se hace. Vas a ver que el próximo partido mojás —le guiñó un ojo bandido como si supiera algo más.

—Ay, Bicho, Bicho, Bichito de Luz… Vos sí que sos un amigo rebueno, siempre me ponés ficha. No sabés lo que es llorar, andás contento todo el tiempo. Vivís en una piecita de porquería como yo y ni te importa, igual llevás amigos. Cuando pasás por el pasillo siempre me invitás a ir a donde sea. ¿De dónde sacás toda esa alegría?

—Tiene que ser así, pibe. Además, ¡la tengo a la Pili! ¿Viste? Una colosa. El Padre Pío me la mandó del cielo. Salado.

—Tal vez precise una novia…

—¡Más bien, bo! Es como dicen. “No se puede vivir sin amor”… —Andy cantaba imitando a un guitarrista con las dos manos—. Y mirá que alguna te anda echando el ojo, pibe, ¿eeeeh?

—¿En serio? —Moro no se imaginaba que las chicas lo mirasen.

—En las tribunas, el otro día, muchas copaditas con Amir, pero las sentadas en la otra punta, las que esperaban nuestros goles, nos fichaban abierto a nosotros, ¿eeeeeeh? Hay una, Susi se llama, que es amiga de Pili. Retipa, macanudaza. Bueno, che, me voy que estoy llegando tarde, quieren que toque en un cumpleaños, tengo que buscar una ropa que me prestan. Me voy corriendo, si no voy a llegar cuando soplen las velitas del nene. Te veo, bo.

Andy ya se alejaba, pero antes se dio vuelta y le hizo gestos de que tirase lejos el porro, que estaba loco al seguir fumando esa porquería.


Extraído de mi libro Amigos orientales, disponible en Amazon y librerías.

La imagen es de una púa de guitarra Firefly («luciérnaga», «bichito de luz»). Crédito: http://www.thinkgeek.com/product/jhvp/

Un amigo es una luz

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Te fui mostrando al más triste. Al más amargado. También, al más apagadito. Este con mucha fe, con luz interior. El mejor amigo del que te voy a mostrar ahora.

Andy tiene toda la pinta de un rockero rebelde, usa melena, toca música hasta muy tarde. Es deslenguado para hablar, espontáneo, ocurrente. Pero todo lo que te dice es así como lo dice.

Y también tiene mucha fe. Siente devoción por el Padre Pío, al que le debe muchos milagros, por ejemplo, estar vivo. Demuestra mucha alegría. Por esa razón, sus amigos le llaman «el bicho de luz».

Así, con estas breves líneas, va culminando la presentación de los personajes que componen la serie ONCE relatos del juego de la vida.

Hago una pausa en los cuentos sobre la historia detrás de los cuentos. Y para la próxima te muestro adónde llegaron los amigos…

El faro del Salvo

Palacio_Salvo_lunaComo un enorme elefante vertical, el Palacio Salvo se alza sobre la silueta de Montevideo desde hace noventa años. El que supo ser en su momento el segundo rascacielos más alto de Sudamérica, tiene un hermano en la Avenida de Mayo de Buenos Aires, el Palacio Barolo. El arquitecto de ambos, Mario Palanti, soñó con incluirles faros que los hicieran recíprocamente visibles desde las orillas opuestas del Plata. Hace algunos años, el Barolo se dotó de iluminación nocturna en su cúspide. Ahora es el turno del Salvo.

Hoy viernes a las siete y media de la tarde se inaugura la cúpula luminosa del notable edificio. Pueden ver más detalles aquí. Porque el Salvo también es memoria, es patrimonio ciudadano, es arte. No es feo ni lindo; se impone en el paisaje, puebla todas las postales. Ahora también de noche. Vuelve a danzar al son de la música, como si fuera un eco de la Cumparsita, que hace un siglo viera la luz en este mismo punto del paisaje urbano, tiempo antes de comenzar la excavación de los enormes cimientos de esta mole.

Aquella juventud

Todos adoran lo que hacés,
cómo hablás, cómo te movés.
Todos te están mirando acá,
te sentís como en casa,
sos un sueño hecho real.

Pero por si estás a solas,
antes de irme, ¿me das un rato?
Estuve a solas toda la noche,
ojalá te hubiese encontrado.

Parecés de una película,
sonás como una canción.
Por Dios, cómo me acuerdo
de aquella juventud.

Quiero retratarte con esta luz
por si es la última vez
que nos vemos como éramos,
antes de darnos cuenta
que es feo ponerse viejos.
Nos alborotábamos.
Era una película,
era una canción.

Me daba tanto miedo mirar mis miedos,
nadie me dijo que ibas a estar aquí.
Yo juraba que te habías ido lejos,
eso me habías dicho al partir.

Seguís pareciendo de una película,
seguís sonando como canción.
Por Dios, cómo me acuerdo
de aquella juventud.

Quiero retratarte con esta luz
por si es la última vez
que nos vemos como éramos,
antes de darnos cuenta
que es feo ponerse viejos.
Nos alborotábamos.
Era una película,
era una canción.

Aquella juventud…

Es complicado admitir
que todo me devuelve
a cuando estabas allí.
Una parte de mí se sostiene
por si acaso no se fue.
Creo que aún me importa.
¿Todavía te importa a vos?

Era como una película,
sonaba como una canción.
Por Dios, cómo me acuerdo
de aquella juventud.

Aquella juventud…

Quiero retratarte con esta luz
por si es la última vez
que nos vemos como éramos,
antes de darnos cuenta
que es feo ponerse viejos.
Nos alborotábamos.
Era una película,
era una canción
de aquella juventud.


Versión libre inspirada en la letra original de la canción When We Were Young, por Adele. Fuente: http://www.azlyrics.com/lyrics/adele/whenwewereyoung.html

Estela de luz

En la fecha se publicó este poema de mi autoría en el blog «La poesía no muerde». Se inspira en un evento llevado a cabo en Deshoras Café Cultural, a cargo de los escritores Lorena Giménez y Felipe Palomeque. Un lugar muy agradable con atmósfera bohemia e inspiración literaria, en donde se distribuyen publicaciones de Estela Editora. De ahí el título del poema.

LA POESÍA NO MUERDE

Una misteriosa luz roja

seduce a los paseantes

que, ante la fachada del bar,

pasean como navegantes.

Maravillosa luz blanca

ilumina a los presentes

que, ante las mesas del bar,

asombran con sus mentes.

Es la magia del crear,

azuzados por una doncella

que cautiva con voz y letras.

En las mesas flota un ser

que deja una estela al hacer

a las letras salir a pasear.


Fabio Descalzi (Montevideo)

https://www.wattpad.com/269820203-rincón-poético


Poema busca imagen (propia y apropiada)

lapoesianomuerde@gmail.com

(Con nombre, apellido, ciudad y enlace)

Ver la entrada original

Apagón con (des)conexión

iluminacion-faroles-antiguedades-18311-MLU20153269175_082014-YQuienes vivan inmersos en la modernidad tecnológica, tal vez se sorprendan de saber que todavía hay apagones, cortes de luz, interrupciones del suministro de energía eléctrica, o como les quieran llamar. Pero sí, existen. Hoy de mañana fue sorpresivo. A veces, son parte de un programa de mejora de infraestructura. En el pasado, hasta eran programados.

Estoy hablando de fines de los años 70, épocas de encarecimiento del petróleo, carencias de infraestructura energética, y otras yerbas que no vienen a cuento. Lo que sí les cuento es que en mi barrio tocaban apagones los domingos. Las familias preparaban sus faroles a mantilla, sus velas, sus braseros, sus estufas a leña. Todo lo que diera luz por combustión servía. Y por consecuencia tenía que toda la familia se reunía, como adorando el fogón. Porque ya fuera carbón o vela, no había novela en la televisión. Les confieso: me encantaba jugar con el sebo de las velas.

Hoy nos volveríamos locos. Pero en ese entonces, nos organizábamos un poco. Nada de entretenimientos electrónicos de ninguna especie. Apenas alguno que se animaba a leer o escribir a la luz del farol, si era suficiente. Pero la mente no descansaba. Muchos cuentos se contaban, muchas anécdotas llenaban las bocas. Las personas serían pocas, pero la curiosidad era grande. Porque siempre se aparecía algún nuevo-viejo cuento, algún olvidado pariente, algún recordable amigo en la narración.

¡Qué recuerdos de apagón!

¡Qué nochecitas con emoción!