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La otra España

La otra España

En un arranque de nostalgia por el pasado (ya veremos cuál de todos), escribí sobre una manifestación artística muy en boga allá por los años setenta. Y este es el video que me inspiró:

Estaciones cambiadas

Otoño un lunes portada
En Otoño un lunes, la autora Lorena Giménez nos lleva de viaje por las almas de dos personas que no encuentran su lugar en un mundo ancho y ajeno. Tal vez sea por sus orígenes familiares deslocalizados, o por sus disímiles ansias de vivir a pleno. La narradora sufre con su dificultoso amor por Dino, ese chiquilín grande que se encierra tras un infranqueable muro, pero igual la retruca en un onírico personaje literario. Seguir leyendo «Estaciones cambiadas»

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Punta Carretas de la infancia

La calle Joaquín Núñez, en la cuadra de Luis de la Torre a Benito Nardone, fue mi patria chica durante cuatro años. Ese viejo Punta Carretas con doñas que salían a barrer la vereda, con almacenes esquina por medio, afiladores de cuchillos, heladeros y vendedores de barquillos, estaba lleno de vida tranquila. Seguir leyendo «Punta Carretas de la infancia»

Voyage, voyage

La puerta gastada de ese apartamento se abrió de golpe. Andy cantaba a voz en cuello sus baladas rockeras. Cara de copado. Amir se sorprendió al verlo aparecerse así. Andy, como siempre, con su sonrisa contagiosa, extendió la mano para adentro.

–Pasá, bo. Sentate donde quieras.

Amir entró, se sentía medio raro. Los ojos muy observadores recorrían todo, como queriendo tocar algo. El lugar era chiquito, los muros hacía años que no se pintaban, pocos muebles, casi nada de adornos. Andy desapareció por la puerta del dormitorio; en las paredes, parecía que un mar de grafitis diminutos hormigueaba como queriendo seguirlo.

–¿Te gustó la música que te puse ayer? Tengo otra parecida, tenés que oírla, bo.

Entre medio de los grafitis sobrevivían una foto, dos pósters y la cubierta de un disco. Cómo falta un padre acá, pensaba Amir. Pero el pobre Andy no tenía la culpa. Volvió a aparecer, siempre cantando, a buscar una toalla tirada en la mesa.

–Sentate, no te quedes parado ahí. Mirá que voy a tardar. Tomá, bo, escuchate algo, apretá acá –y le dio los auriculares.

Amir no atinó a oír esa música bochinchuda. Tenía la mirada clavada en una de las caras de la pared. Andy le captó en el aire su curiosidad.

–Ah, le copaba a mi vieja. Voyage, voyage. Quiere decir viaje, es en francés. Yo, ni idea, bo. Siempre soñaba con viajar. La cantaba a cada rato. Pero no está tan buena como las que ponía mi viejo. ¡Esas sí que son potentes, bo!

Es tal cual, le falta el padre. Y la madre. De ella, solo queda esa cubierta que ni siquiera la muestra. Es una cantante rubia, mirando de costado, con el pelo bien corto. No usa velo.

(Disponible también en Wattpad)