Etiqueta: Nostalgia

Aquella juventud

Todos adoran lo que hacés,
cómo hablás, cómo te movés.
Todos te están mirando acá,
te sentís como en casa,
sos un sueño hecho real.

Pero por si estás a solas,
antes de irme, ¿me das un rato?
Estuve a solas toda la noche,
ojalá te hubiese encontrado.

Parecés de una película,
sonás como una canción.
Por Dios, cómo me acuerdo
de aquella juventud.

Quiero retratarte con esta luz
por si es la última vez
que nos vemos como éramos,
antes de darnos cuenta
que es feo ponerse viejos.
Nos alborotábamos.
Era una película,
era una canción.

Me daba tanto miedo mirar mis miedos,
nadie me dijo que ibas a estar aquí.
Yo juraba que te habías ido lejos,
eso me habías dicho al partir.

Seguís pareciendo de una película,
seguís sonando como canción.
Por Dios, cómo me acuerdo
de aquella juventud.

Quiero retratarte con esta luz
por si es la última vez
que nos vemos como éramos,
antes de darnos cuenta
que es feo ponerse viejos.
Nos alborotábamos.
Era una película,
era una canción.

Aquella juventud…

Es complicado admitir
que todo me devuelve
a cuando estabas allí.
Una parte de mí se sostiene
por si acaso no se fue.
Creo que aún me importa.
¿Todavía te importa a vos?

Era como una película,
sonaba como una canción.
Por Dios, cómo me acuerdo
de aquella juventud.

Aquella juventud…

Quiero retratarte con esta luz
por si es la última vez
que nos vemos como éramos,
antes de darnos cuenta
que es feo ponerse viejos.
Nos alborotábamos.
Era una película,
era una canción
de aquella juventud.


Versión libre inspirada en la letra original de la canción When We Were Young, por Adele. Fuente: http://www.azlyrics.com/lyrics/adele/whenwewereyoung.html

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Aquellos maravillosos años

MARIA M.MIGUEZ

Como un globo

que se escapa de las manos,

así se han escapado

aquellos maravillosos años.

Cuando el tiempo y la vida

no me hacían daño,

y jugaba todo el día

con amigos y hermanos.

Cuando el horizonte no existía

y todo estaba siempre claro,

no había término medio,

o eras el bueno o eras el malo.


Texto e ilustración de María Míguez

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Apagón con (des)conexión

iluminacion-faroles-antiguedades-18311-MLU20153269175_082014-YQuienes vivan inmersos en la modernidad tecnológica, tal vez se sorprendan de saber que todavía hay apagones, cortes de luz, interrupciones del suministro de energía eléctrica, o como les quieran llamar. Pero sí, existen. Hoy de mañana fue sorpresivo. A veces, son parte de un programa de mejora de infraestructura. En el pasado, hasta eran programados.

Estoy hablando de fines de los años 70, épocas de encarecimiento del petróleo, carencias de infraestructura energética, y otras yerbas que no vienen a cuento. Lo que sí les cuento es que en mi barrio tocaban apagones los domingos. Las familias preparaban sus faroles a mantilla, sus velas, sus braseros, sus estufas a leña. Todo lo que diera luz por combustión servía. Y por consecuencia tenía que toda la familia se reunía, como adorando el fogón. Porque ya fuera carbón o vela, no había novela en la televisión. Les confieso: me encantaba jugar con el sebo de las velas.

Hoy nos volveríamos locos. Pero en ese entonces, nos organizábamos un poco. Nada de entretenimientos electrónicos de ninguna especie. Apenas alguno que se animaba a leer o escribir a la luz del farol, si era suficiente. Pero la mente no descansaba. Muchos cuentos se contaban, muchas anécdotas llenaban las bocas. Las personas serían pocas, pero la curiosidad era grande. Porque siempre se aparecía algún nuevo-viejo cuento, algún olvidado pariente, algún recordable amigo en la narración.

¡Qué recuerdos de apagón!

¡Qué nochecitas con emoción!

Digitación y dactilografía

¿Cuánta gente usa un teclado? Celulares, tablets, portátiles, teclados convencionales… ejemplos sobran. ¿Cuántos escriben con un solo dedo o dos? ¿Cuántas consultas tendrán los reumatólogos dentro de unos años, lo pensaron? ¡Qué genial que es repartir el esfuerzo entre varios dedos! ¡Qué práctico que es poder usarlos todos, para algo los tenemos! Seguir leyendo «Digitación y dactilografía»

Punta Carretas de la infancia

La calle Joaquín Núñez, en la cuadra de Luis de la Torre a Benito Nardone, fue mi patria chica durante cuatro años. Ese viejo Punta Carretas con doñas que salían a barrer la vereda, con almacenes esquina por medio, afiladores de cuchillos, heladeros y vendedores de barquillos, estaba lleno de vida tranquila. Seguir leyendo «Punta Carretas de la infancia»

Cuando no nos dejaban usar calculadora

Eran otras épocas. Usábamos más la cabeza. Otra no nos quedaba. No teníamos celulares ni tablets. Tampoco había música ni televisión en el liceo, ni pensarlo. Para colmo, prohibiciones. Nada de pelo largo, nada de piercings (¡sólo las nenas usan caravanas!), nada de calzado deportivo, nada de ropa colorinchuda. Nada de muletas tecnológicas, hay que pensar con la cabeza y hacer con el lápiz. Es así como lo leen: se prohibía usar calculadora en clase. Había que calcular las sumas, restas, multiplicaciones y divisiones a mano. Y hasta raíces cuadradas. Todo. Seguir leyendo «Cuando no nos dejaban usar calculadora»