Una de las bibliotecas más antiguas del mundo, si se consideran aquellas que han venido funcionando de manera ininterrumpida, es la del Monasterio de Santa Catalina en el Monte Sinaí (actual Egipto). Seguir leyendo «Una de las más antiguas bibliotecas»→
En un muro del restaurante judío «Hola, Jacoba» de Palermo Soho, Buenos Aires, se aprecia esta vistosa colección. La jamsa (en hebreo: חַמְסָה, hamsa, en árabe: خمسة jamsah), llamada también mano de Fátima, es símbolo de protección; su origen es muy remoto, tal vez fenicio o egipcio. Se cree que protege contra el mal de ojo.
La rápida conquista de la Península Ibérica (Al-Andalus) por parte de los musulmanes impuso el árabe como lengua oficial y de cultura en gran parte de este territorio [1], creando con ello una sociedad bilingüe árabo-románica[2] desde el siglo VIII hasta el XI o XII. En esa habla románica se continuaba el latín, aunque este era sólo una lengua para el coloquio, carente de cualquier normalización y fragmentada en formas diversas.
El conocimiento de la lengua románica de Al-Andalus choca con grandes dificultades. Por un lado, ni siquiera podemos nombrarla con un término específico. El más habitual es mozárabe, pero esta palabra tenía una aplicación socioreligiosa. También se utiliza la denominación genérica “aljamía”, que para los árabes significaba «lengua de extranjeros». Parece que estos tuvieron plena conciencia de que el latín y el romance constituían ya dos realidades lingüísticas bien diferenciadas. Por otro…
En tu país estás acostumbrado a vivir de determinada manera. También es cierto que existen muchas personas que piensan distinto a vos. Y a la vez, ese «nosotros» colectivo tiende a ver a los de afuera como «otros» muy raros, que no pertenecen a «este» lugar, mío y tuyo. ¿Por qué me estoy poniendo así de reflexivo?
Sucede que en octubre de 2014, además de las noticias del ámbito político (se acercaban las elecciones presidenciales y parlamentarias, lo habitual cada cinco años), una novedad ocupaba un espacio importante en los medios: la llegada de familias sirias en calidad de refugiados de guerra. Toda una novedad para muchos. Porque es raro en Uruguay encontrarse con gente que hable árabe. Seguir leyendo «Nace Amir, de «Amigos orientales»»→
Es difícil juzgar un libro por su cubierta, más o menos así dice el clásico dicho. Esta tapa amarillenta parece ser de un libro poco atractivo. Sin embargo, para el lector devoto en lengua inglesa es una verdadera maravilla. Porque además muestra hasta qué punto puede cambiar la historia en cuestión de décadas, y más en otro país.
La acción transcurre en una ciudad de Bagdad que ya no existe, la de las décadas de 1930 y 1940. Mientras el mundo occidental se debatía en terribles excesos de autoritarismo, guerra, destrucción y genocidio, en la capital del entonces Reino de Irak la colectividad judía iraquí convivía con musulmanes y cristianos. El autor del libro comenzó su vida allí, al igual que muchos de sus ancestros; frecuentaba los cafés literarios, las librerías, los cines.
Sasson Somekh es conocido hoy en día como un académico emérito israelí especializado en literatura árabe. Cuando ya tenía unos setenta años se animó a escribir esta obra de carácter autobiográfico, que destila interculturalidad en cada página. El libro, cuyo título se podría traducir como «El Bagdad de ayer: surge un judío árabe», resume una identidad, una cultura, una forma de sentir y vivir.
Para comprender mejor cómo era vivir en sociedad en esa época, se puede consultar la página 56, en donde se detallan las lenguas que hablaban. En su casa, un hogar judío secularizado, se recibían revistas en inglés; pero hablaban un dialecto de la lengua árabe, el judeoárabe iraquí (ver la ficha en Ethnologue), que era sensiblemente diferente del árabe hablado por la mayoría de la población musulmana, y apenas distinto del hablado por los iraquíes cristianos. Un habla claramente árabe con agregado de palabras hebreas y arameas de origen talmúdico.
El despertar del judío árabe al que alude en la tapa se puede apreciar en la página 59:
Yo adoraba la clase de literatura inglesa. El idioma inglés era mi puente hacia la cultura europea. Pero en algún momento, creo que habrá sido a los trece o catorce, empecé a rebelarme contra lo que me sorprendía como una «personalidad dividida»: ahí estaba yo, un judío árabe, pero en mi casa y en mi colegio se trataba con desprecio a la lengua árabe. Aunque en casa se hablara árabe, nadie leía el idioma y, aunque el árabe se enseñaba en el colegio, el inglés recibía un énfasis mucho mayor.
Con esto dan ganas de seguir leyendo a ver cómo sigue la historia. Muy intrincada, si se tiene en cuenta que, todavía adolescente, en un Irak ya más inseguro con los ánimos caldeados, Somekh emigró con su familia a Israel allá por la Pascua judía de 1951. Pero nunca perdió sus raíces, muy por el contrario, luchó toda una vida por preservarlas, al punto que, después de doctorarse en Oxford, creó el Departamento de Lengua y Cultura Árabe de la Universidad de Tel Aviv, y recibió el Premio Israel de Humanidades.
Una lectura en inglés que no se puede perder el interesado en los temas de Oriente Medio. También está disponible en hebreo (original), árabe y turco. ¿Pronto en español?
En el instante 1.11 del video comienza un ritmo muy familiar para nosotros, los montevideanos: chas, chas-chás, chas-chas. ¿Tamboril de candombe? ¿Ritmo de fusión?
En eso, una voz masculina empieza a cantarle a su chica querida, la luz de sus ojos, la que vive en su imaginación… pero en árabe. La lengua del sirio Amir.
Nour el Ein, un tema de pop árabe de 1996 interpretado por el egipcio Amr Diab, me inspira por su ritmo, su alegría, su interculturalidad implícita. Oriental.
Aprovecho a explicar lo que se oye. Yo, montevideano, escucho música afrouruguaya. Un árabe como Amir, en cambio, escucha su música. Esa es la magia de las múltiples lecturas. Y de los múltiples mensajes contenidos en un mismo vehículo (en este caso, ritmo).
Hoy es mi cumpleaños. Me hago el regalo de generar expectativa.
Seguro que todos vosotros conocéis alguna palabra de origen árabe y la empleáis más de una vez al día. Pues bien, hoy vamos a concentrarnos justamente en este aspecto de la lengua: los arabismos presentes en la lengua española.
Y es que los árabes controlaron gran parte de la península ibérica durante siglos, durante los cuales su idioma influyó profundamente en la lengua española que se iba forjando en Castilla.
Nuestro idioma actual es fruto de la evolución del castellano antiguo y las lenguas mozárabes.
Estas lenguas enriquecieron el vocabulario añadiendo nuevo léxico sin destruir vocablos ya existentes, creando parejas de palabras para un solo concepto (doblete lingüístico: una palabra de origen árabe y otra del latín) como por ejemplo «aceite» y «oliva».