Calladito y tranquilo. Así estaba el traductor de la foto, sentado en el estar del hotel, rato después de salir de un congreso hace casi un año. Libros para leer o mirar, una lámpara con luz cálida, un trago para beber despacito, tablas de madera rústica en un piso que invita a estirar las piernas… y solo, sin hablar. Parecería que los traductores tenemos muy poco para decir cuando no estamos en un congreso, ¿verdad?
Se equivocan. Contraviniendo la imagen generalizada de que la profesión de los traductores es invisible e inaudible, cuando tenemos dónde y cómo nos sacamos las ganas de decir todo lo que queremos. Gracias a colegas como Erik Hansson existen páginas y foros en donde podemos descargar todo eso que nunca decimos.
No se queden con las ganas de saber más. Visiten esta página de Facebook:
Dentro de quince días voy a tener el gusto de conocer a Erik en persona, en la Cuarta Conferencia Internacional de AIPTI, Hotel Claridge, Buenos Aires.
No todas las lenguas tienen reglas de silabeo tan claras como el castellano. Quien escribe en inglés, suele volverse loco para dividir palabras en sílabas, para colocar guiones o… en el ámbito creativo, escribir o traducir poesía. Muy difícil.
Hoy encontré esta herramienta, está muy buena, pruébenla:
Es un diccionario en línea de regionalismos en castellano.
Si quieren saber cómo se dice tal cosa en un país, o qué quiere decir, o si está bien o mal dicho… O malas palabras, o cortesías, o modismos. Lo que quieran.
A fines de 2017 cumple diez años. Su uso crece.
Me registré hoy, ya lo estoy probando. Me recuerda al Urban Dictionary en inglés.
Pruébenlo, después me cuentan. ¿Conocen a algún babelista?
Seguro que todos vosotros conocéis alguna palabra de origen árabe y la empleáis más de una vez al día. Pues bien, hoy vamos a concentrarnos justamente en este aspecto de la lengua: los arabismos presentes en la lengua española.
Y es que los árabes controlaron gran parte de la península ibérica durante siglos, durante los cuales su idioma influyó profundamente en la lengua española que se iba forjando en Castilla.
Nuestro idioma actual es fruto de la evolución del castellano antiguo y las lenguas mozárabes.
Estas lenguas enriquecieron el vocabulario añadiendo nuevo léxico sin destruir vocablos ya existentes, creando parejas de palabras para un solo concepto (doblete lingüístico: una palabra de origen árabe y otra del latín) como por ejemplo «aceite» y «oliva».
Ladrillo a ladrillo se va levantando una pared. Palabra a palabra se va tejiendo un texto. Memoria constructiva, pliego de condiciones, rubrado de obra, manual de instrucciones. También, patente de invención, ensayo de materiales, peritaje judicial.
Todos esos tipos de textos van pasando por mi estudio profesional desde hace más de trece años. Si considero también mi experiencia laboral anterior, casi dos décadas que los vengo leyendo y traduciendo. Del alemán al español, sí. Para clientes por todas partes del mundo.
Y siempre aparecen ayudas lexicográficas como esta: Das Baulexikon.
Desarrollado sobre la base de inquietudes originalmente planteadas en el portal de la construcción Baumarkt, hoy cuenta con más de 13.000 entradas. También incluye secciones especializadas: abreviaturas, maderas, sustancias peligrosas, de todo. Hasta un espacio para el humor.
Pero no es broma. Da mucho trabajo encontrar la terminología correspondiente. A falta de diccionarios bilingües, esta obra en línea alivia el trabajo de la comprensión, de la interpretación del concepto. Esa es también mi labor.
Fabio Descalzi, arquitecto (UdelaR, 1996) especializado en traducción de documentación técnica. Pueden ver más detalles en el sitio web www.ScriptArch.com.
Hace poco comentaba en un artículo la posibilidad de consultar dudas sobre nuestra lengua en un portal muy útil. Se ve que despertó algo de interés, porque varios colegas comentaron al pie. En particular, Chus, con su recomendación de visitar el sitio de la Fundéu. Allí vamos.
La Fundación del Español Urgente ya tiene doce años de existencia. Es un espacio utilísimo para quienes utilizamos esta vigorosa y compleja lengua, tan llena de variedades regionales, tan erosionada por el influjo de otros idiomas (no solo el inglés), tan vapuleada por la exigencia diaria, a menudo instantánea, de contar con respuestas rápidas a nuestras dudas. Y ofrece muchos recursos. Veamos: Seguir leyendo «Español. Urgente.»→
La manera en que cada lengua brinda información ha venido fascinando a lingüistas, antropólogos y psicólogos desde hace décadas. Según Benjamin Lee Whorf, la expresión de diferentes conceptos en una lengua, como género, tiempo y espacio, influye en el modo que tienen sus hablantes para percibir el mundo, para pensar en él.
En un artículo de Claire Cameron (en inglés) se aprecian cinco lenguas extraordinarias, que ostentan cosmovisiones muy particulares. Aquí va una brevísima presentación:
Guugu Yimidhirr (Queensland, norte de Australia): el hablante nunca es el centro del mundo; orienta al oyente con una especie de brújula. Ej. en vez de decir «a mi izquierda», dice «al este».
Kuuk Thayorre (Península de Cabo York, Australia): el tiempo fluye del este al oeste, como el sol en el cielo.
Yélî Dnye (Isla Rossel, Papúa Nueva Guinea): todos los colores se expresan con metáforas y comparaciones. Ej. «color loro».
Matsé (Amazonia Peruana): siempre brindan evidencia de la verdad de cada afirmación. Ej. en vez de «tengo cuatro manzanas en casa», siempre van a decir «cuando salí de casa vi que tenía cuatro manzanas allí».
Pirahã (Amazonia Brasileña): no tienen numeral para el 2. Casi ni les interesa contabilizar nada, apenas usan el concepto de «muchos».
Hay palabras que se parecen mucho. Pero con usos muy distintos. Aunque también pueden ser intercambiables. Es el caso de estas cuatro palabras: «bucal», «vocal», «oral» y «verbal». Para evitar confusiones en su correcta utilización y escritura, lean las explicaciones que nos da el filólogo Javier Álvarez en un artículo:
Bucal: este adjetivo proviene del latín bucca, que es de donde procede la actual palabra española «boca»; por tanto, debe escribirse con ‹b› (y con ‹u›). En principio, hace referencia simplemente a lo relacionado directamente con la cavidad donde se encuentran los dientes, la lengua, etc. No debe emplearse, por tanto, para referirse al habla o a la voz —para esto emplearemos la siguiente palabra, «vocal»—. Por cierto, que el bozal que se les pone a los perros para que no ladren también se escribe con ‹b›, ya que comparte la misma raíz.
Oral: de la raíz or- (os, oris) latina, que implicaba la boca y en algunas situaciones la cara por completo; esta palabra carecía de ‹h› ya en latín, por lo que es incorrecta también en español. Este adjetivo puede emplearse en dos sentidos: con menos frecuencia, para referirse a la boca en sí misma (cuasisinónimo de «bucal»; primer ejemplo); con más frecuencia, para referirse al habla (cuasisinónimo de «vocal»; segundo ejemplo), de cuyo uso hay otras palabras como «orador», «oratoria», etc.
Verbal: procede de la palabra verbum en latín, que significaba en su origen simplemente «palabra». Por tanto, podemos concluir que es un sinónimo (sin el cuasi‑ que empleamos anteriormente) de «oral» cuando se refiere al habla.
Vocal: comparte la raíz latina de vox ‘voz’, lo que indica que siempre se escribe con ‹v›. Como adjetivo se refiere a lo relacionado con la voz, y no es oportuno usarlo para referirse a cualquier elemento relacionado con la boca, a pesar de que la voz salga de esta.
Quienes trabajamos y vivimos en ámbitos muy específicos, donde el uso del inglés se complica por falta de referencias, necesitamos recurrir a obras especializadas. En este artículo encontré una interesante selección de diccionarios en línea que no se puede perder quien use a menudo la lengua de Shakespeare. Incluso algunos de ellos hasta son útiles para buscar significados de palabras similares en lenguas de raíz latina (con el debido cuidado de no confundirse con los falsos amigos y cognados).