Categoría: No ficción

Nace Amir, de «Amigos orientales»

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La semana pasada te traje el recuerdo de un personaje que nació de una madrugada de insomnio. Ahora lo vas a ver más en detalle.

En tu país estás acostumbrado a vivir de determinada manera. También es cierto que existen muchas personas que piensan distinto a vos. Y a la vez, ese «nosotros» colectivo tiende a ver a los de afuera como «otros» muy raros, que no pertenecen a «este» lugar, mío y tuyo. ¿Por qué me estoy poniendo así de reflexivo?

Sucede que en octubre de 2014, además de las noticias del ámbito político (se acercaban las elecciones presidenciales y parlamentarias, lo habitual cada cinco años), una novedad ocupaba un espacio importante en los medios: la llegada de familias sirias en calidad de refugiados de guerra. Toda una novedad para muchos. Porque es raro en Uruguay encontrarse con gente que hable árabe. Seguir leyendo «Nace Amir, de «Amigos orientales»»

Nace «Amigos orientales»: la previa

Libros Fabio

Como todo en esta vida, la creación literaria tiene un escenario en el que se desenvuelve. Amigos orientales, ese libro que ahora circula impreso, fue el resultado de un largo proceso que también tuvo su propia escena, su propio trasfondo. Intentaré describirlo de la manera más ilustrativa.

Dicen que detrás de un escritor hay un lector. Respaldo esa afirmación, porque mis letras abrevan en todas esas interminables horas de lectura a lo largo de más de cuatro décadas. Una absorción literaria que, ya antes de leer, comenzó con mis oídos, cuando me narraban cuentos infantiles con gran lujo de detalles. Ese mismo detallismo fue siempre parte inseparable de mi manera de apropiarme de los textos que pasaron por mis ojos. En español y también en otros idiomas que aprendí. En mi vida familiar y social, estudios, trabajo, viajes, sueños. Detalles, muchos detalles.

hotel-carsson-general-2fd80fcCorría octubre de 2014. Terminaba un intenso fin de semana en la hermana ciudad de Buenos Aires. Reencuentro con muchos amigos, adquisición de conocimientos profesionales, comidas elaboradas, compras apuradas, y dos noches de alojamiento en el Hotel Carsson de la calle Viamonte. Esa edificación también significó un reencuentro muy fuerte, porque allá por febrero de 1976 había estado alojado una semana con mis padres y hermana, en nuestro primer viaje fuera de Uruguay. Tenía a flor de piel muchos puntos de comparación, muchos recuerdos remotos que resaltaban con el recorrido por la vida. Todos esos contrastes también invitaban a proyectar escenas de futuro.

Y la soledad de la habitación. Comparando con los amplios espacios en los que alternaba con mis amigos y colegas traductores, de pronto esas paredes parecían muy estrechas. No faltaba confort moderno, tenía conexión a internet y televisión por cable, el contacto con mi familia al alcance de los dedos. Pero esos ratos de soledad en medio del trajín también pedían algo más. Mucho más. No me alcanzaba.

Todo ese cúmulo de detalles, más mi propio recorrido por la vida, deben de haber hecho erupción allá en el fondo de mi ser. De hecho, en el curso de marketing para traductores al que recién había asistido, una voz interior me taladraba la cabeza diciéndome «dale, es ahora, no esperes más». Así, en la madrugada del domingo 19 de octubre de 2014, me desperté sobresaltado con cualquier ruido y ya no pude dormir más. Pendiente de ese «algo más» que estaba esperando que sucediera.

Sucedía que mi cabeza estaba poblada de cosas que hacían fuerza por salir. Al tanteo encendí la luz, busqué en la mesa de luz lapicera y papel, escribí lo que sentía. No fue suficiente, seguí escribiendo. Al rato me di cuenta de que estaba naciendo un personaje, un jovencito que profería críticas contra una sociedad que consideraba perdida.

No es exageración decir que mi primera mesa para escribir literatura fue la almohada. Pero empecé a sentirme incómodo, por eso me senté frente al escritorio y seguí escribiendo. Más molesto todavía. La mesa no parecía la mejor solución, algo me quedaba lejos, necesitaba proximidad. Agarré un cuaderno grande que tenía en mi bolso, lo puse sobre el muslo y seguí escribiendo. Casi con los ojos cerrados. Una conexión de la mente creativa directamente con la mano que arroja tinta al papel.

Así, casi al impulso, salió otra cosa distinta a lo que estaba escribiendo sobre la almohada: el borrador de un diálogo entre dos personajes adolescentes. Muy impetuosas las palabras, sin filtro, se mezclaban el entusiasmo y la improvisación. Un desborde, un descontrol me brotaba, apenas se podía retener en el papel.

¿Quieren saber más de esos primeros personajes? Lo vemos el próximo martes.

Macrón / breve

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Quienes nos dedicamos a estudiar la pronunciación y entonación de las palabras estamos acostumbrados a encontrar signos diacríticos agregados a las letras del abecedario. Un montón de tildes extraños al ojo del ciudadano común. Por ejemplo, el macrón (del griego μακρόν, «largo»), una línea horizontal encima de la vocal para indicar que se pronuncia alargada, y el breve (del latín brevis), que parece un pequeño cuenco, para indicar una vocal corta.

En estos momentos, el ambiente de las redes sociales y los noticieros está cargado de alguna de las palabras que figuran en el título de esta nota. Al respecto, solo quiero hacer una sencilla reflexión: no olvidemos que lo largo y lo breve se necesitan recíprocamente.

Traducir humor es asunto serio

https://www.youtube.com/watch?v=QFp0djzzll4&t=98s

En este video de la década de 1980, el Toto Paniagua (Ricardo Espalter) se comporta con torpeza ante una dama (Gabriela Acher) mientras desde otra mesa lo aconseja con gestos su profesor de modales Claudio (Enrique Almada), en tanto el mozo (Andrés Redondo) desaprueba con modales amanerados y desde la barra otros dos (Julio Frade, Berugo Carámbula) miran con caras raras. Las palabras parecen sobrar, predomina un lenguaje visual propio del cine mudo, que casi parece pantomima. Universal es el lenguaje del humor, ¿eh?

Pero no siempre es así. La mayoría de las veces, es imprescindible la palabra para hacer reír. Estos uruguayos que hacían humor en Argentina eran unos genios, sabían cómo cruzar varios límites, no solo geográficos. Pero muchas veces, al cruzar una frontera, un chiste que nos haría rodar por el piso no tiene ninguna gracia para los otros. Sostenía el semiólogo Umberto Eco que lo trágico y lo dramático son universales, pero lo cómico no. Y no es fácil encarar el reto de trasladar el mecanismo que sirve para romper esquemas preestablecidos: el ridículo de otros, los tabúes sexuales y escatológicos, los insultos, la violencia, la burla, la payasada o imitaciones satíricas. Muy difícil si es en una película o programa de televisión.

No tanto en la literatura, un producto cultural que se consume de modo más reposado. Los lectores están dispuestos a invertir tiempo en el disfrute. Además, quien lee un libro busca también ampliar su conocimiento; entender el humor de otro país puede ser placentero para un lector con ánimo de mejorar su acervo cultural. Muchas veces, la traducción del humor pasa por explicar en una nota a pie de página qué es lo cómico; así, no se elimina la esencia del original. Es común que la traducción del humor sea literal o incluso inexistente, manteniendo la expresión en el idioma original como táctica para generar conocimiento a partir de la explicación que se nos ofrece en las notas al pie.

La traducción del humor supone un proceso de adaptación cultural que no resulta sencillo en ningún caso. Se trata de un trabajo que solo pueden realizar con garantía los profesionales más creativos y con más conocimiento de las culturas origen y meta.

Y no es broma.

El ómnibus de juguete del banco

Banco Transatlantico omnibusMiro el ómnibus de juguete, ese que dice «BTU», y me llena de ternura. Me acuerdo cuando era un chiquilín, ¡cómo me gustaban esos chiches! En casa había de todo: camioncitos, autitos, un robot astronauta, un trencito a pila y los ladrillitos del Lego. Y, por si fuera poco, a la hora de la siesta me iba a la cocina, agarraba ollas y tapas, y me ponía a hacer ruido, copiando a un baterista. Digan que mi abuela dormía como un tronco, que si no, me hubiera dicho de todo… ¡el nene embromando a la hora de la siesta! Seguir leyendo «El ómnibus de juguete del banco»

Películas que reflexionan sobre el arte de escribir

Avatar de FuentegrísA. Fuentegrís

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La metaliteratura es muy útil y conveniente. No sólo podemos aprender a partir de la propia experiencia, sino a partir de la experiencia de otros gracias a sus escritos (como sería el caso de este modesto bloguero). No menos interesante es acceder a obras cinematográficas que reflexionan de una u otra manera sobre el oficio del escritor. Yo, desde luego, recomiendo a todo escritor (amateur, profesional, famoso, desconocido, etc.) a que visione alguna o todas estas obras. De una u otra manera siempre recogen (más allá de la calidad de la cinta) enseñanzas válidas y además nos proporcionan disfrute por tratar un asunto con el que sin duda nos veremos identificados de alguna manera.

Me resulta curioso cómo, de entre las películas en torno a escritores o escritoras que me atraen, figuran varias cintas de terror. Tal vez se deba a que el escritor y su mundo imaginario que lo…

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Streetwise: avispado, callejero

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El padre cacho y la vida callejera. Fuente: CEU.

Días atrás comentaba en estas páginas la utilidad e importancia de los diccionarios. Uno de los lectores mencionaba en una nota al pie acerca de una vieja costumbre, que también compartí: leer los diccionarios por gusto, para enterarse de palabras y significados. Buscando al vuelo, apareció una interesante palabra inglesa: streetwise.

Según la publicación en línea The Free Dictionary, este vocablo se refiere a una inusual capacidad, aptitud o experiencia necesarias para la supervivencia en un ambiente urbano difícil, a menudo peligroso. El muy visitado Wordreference lo resume como «espabilado», «astuto», «con calle», «animal de ciudad». Y si buscamos en la popular Wikipedia en inglés, nos sorprenderemos de saber que existen los llamados streetwise priests. Dedicados a servir a la comunidad en los lugares más difíciles, apartados, sombríos. Este mismo artículo enciclopédico coloca muy alto a un uruguayo en la lista de ejemplos: el Padre Cacho.

Hoy, para mi gran alegría, me enteré por un tuit del cardenal Sturla que el presbítero salesiano Rubén Isidro Alonso (1929-1992) ha sido declarado Siervo de Dios. Significa el primer paso en el camino hacia la santidad.

Avispado, callejero, servidor, cercano a los diferentes. Y camino al altar. Para emplear otra expresión en inglés: way to go!

Incorrecciones y ofensas

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Cómo irritar a los europeos con apenas una frasecita. Fuente: DesignTAXI

Cuenta la leyenda que Harún al-Rashid, el poderoso califa de Bagdad que inspiró Las mil y una noches, un día se indignó con su bufón. Lo condenó a una severa pena, de la que sólo se podía librar si dentro de una semana, le presentaba una disculpa que fuera más insultante que la ofensa cometida. A los pocos días, durante una revista militar, mientras el monarca presidía la ceremonia, se le acerca el bufón y, como al descuido, le da un pellizco. Encolerizado el soberano, protesta por la irreverencia y, entonces, el bufón se disculpa humildemente: “Perdonad, Majestad, os confundí con la reina”.

Como verán, las ofensas no necesitan ser en términos de salidas de tono, ni griteríos, ni palabrotas, ni insultos. Hay varias formas de ofender. La famosa corrección política es un pretendido antídoto. ¿Efectivo…? Ustedes sabrán. Y si quieren más inspiración, miren la imagen. Dice cosas como esto:

  • España: ¿eres sudaca?
  • Portugal: ¿hablas brasileño?
  • Francia: los vinos de Estados Unidos son mejores.
  • Suiza: el chocolate belga es mejor.
  • Inglaterra: las Malvinas son argentinas.
  • Italia: me encanta la pasta con ketchup.
  • Austria: ustedes son alemanes, obvio.

Y así podemos seguir imaginando otras frasecitas tan ingenuas en apariencia como ofensivas en su esencia. Por ejemplo, preguntarle a alguien que ama sus bien cuidadas plantas de interior si son de plástico. Miren cómo reacciona el padre de Mafalda, casi le da un soponcio…

El sujeto traductor y la traducción de culturas: la necesidad de un proyecto de traducción

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El sujeto traductor sufre con su invisibilidad. Al mismo tiempo, su conocimiento es finito. La única manera de lograr la mejor traducción posible para una situación intercultural dada es siendo fiel a su propio proyecto de traducción. Es la única forma en que el sujeto traductor puede estar seguro de jugar limpio ante las incertidumbres que presentan los ámbitos inexplorados. Un tributo a Antoine Berman, filósofo y crítico de la traducción.

Así se resume la ponencia que presentaré en la IV Conferencia Internacional de IAPTI (Asociación Internacional de Profesionales de la Traducción y la Interpretación), que se realizará en el Hotel Claridge de Buenos Aires los días 22 y 23 de abril de este año. Todas las presentaciones serán en inglés.

Pueden ver más información en la página web de la conferencia.

O si lo prefieren, un video de presentación. Cortito, de un minuto.

Pausa veraniega

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Atardecer en el Este uruguayo. Fuente: Flickr.

Para los lectores del hemisferio norte, escuchar hablar del verano es casi sinónimo de julio y agosto. Para quienes se desplazan por las calles de Montevideo en enero, la impresión es otra. Sea lo que fuere, esta impresionante imagen es un verdadero recreo para las miradas.

¡Gracias por el magnífico 2016 que me regalaron con sus lecturas y comentarios!

Retomamos el contacto en la segunda mitad de enero.

Ecos de Umberto Eco

Ecos de Umberto Eco

Avatar de IsraEl destrío

Yo soy muy dado a releer. Hay libros que he leído varias veces; me encanta volver a ellos cuando creo que lo necesito o me apetece. Creo que podría hacer un ranking muy personal de los libros que me gustan en función de las veces que los he leído.

Hace poco he terminado de leer por tercera o cuarta vez «El nombre de la rosa», de Umberto Eco. Como me sucede con todos mis otros queridos y manoseados libros de cabecera, las sucesivas lecturas fueron bien distintas.

En la primera lectura me dejo llevar, le doy toda mi confianza al autor y le permito que me conduzca por su mundo y su historia. Creo que hay que leer con fe, de la misma forma que hay que asistir al espectáculo de un ilusionista creyendo en su magia y disfrutando del acto.

La segunda lectura es más crítica. Volviendo a la…

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Navidad en verano

Navidad en verano

¿Publicar o postear? He ahí la cuestión.

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Quien escribe suele llamarse escritor. También poeta, o diarista, o bloguero, o…

Quien escribe para que otros lean, publica. Y ese es el verbo recomendado por los académicos: «publicar». Aunque hay otro vocablo, un anglicismo que está muy en boga en el ámbito de la red de redes: «postear«. Tiene otra connotación.

Nos guste o no nos guste, todos quienes escribimos y publicamos, posteamos. Porque también queremos difundir entre los lectores e interactuar con ellos. En la actualidad, la importancia de las redes sociales es innegable. No se trata de pasarse todo el día en Facebook o de tuitear a cada minuto, pero hay que estar. Saber estar ahí.

Lean este interesante artículo de Alfredo Álamo: La guía sencilla de redes sociales para escritores.


Encontré este artículo navegando #LaLectoraFutura. Y aprovecho a hacer propaganda: #FabioDescalzi está contribuyendo en #Letrasypoesia y también en #Saltoalreverso. Una manera de ir poniendo en práctica algo de lo que leí. 😀

Esa palabra no está en el diccionario…

Cuando no encontramos algo en tal o cual diccionario, solemos pensar que no existe o que está mal escrito. En este artículo que encontré en un blog muy útil nos dan algunas ideas. Busquemos un poco más…

Avatar de Jacqueline MurilloNisaba

?Esa palabra no est en el diccionario; por lo tanto, no existe?. Los especialistas en lengua escuchamos esta expresin a menudo.

El usuario comn con frecuencia emplea el diccionario como la mxima fuente de autoridad para decidir cules vocablos ?existen? o no en nuestra lengua. Y por qu no? Al fin y al cabo todo diccionario tiene muchos paralelos con el libro que en nuestro imaginario colectivo es la representacin arquetpica de la autoridad: la Biblia. Para un usuario comn, el diccionario se muestra como una obra annima (nadie sabe quin lo hizo en verdad, bien podra haber sido Dios), circula entre nosotros desde hace siglos, es tan voluminoso como una biblia y tiene el respaldo de un rgano supremo de autoridad que es la fuente de la ley (para la Biblia, Dios; para el diccionario, la Real Academia).

Pero la realidad de la lengua es otra: cientos de palabras…

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Humor con distinción

Humor con distinción