Hace una semana una revista literaria publicaba mi relato La peluca de rastas (hacer clic aquí para leerlo). Varios ya lo leyeron y me hicieron sus comentarios, que mucho agradezco. Hubo elogios, identificaciones, sentimientos, también críticas. Como siempre sucede cuando algo se publica. En especial, cuando toca temas tan actuales como peliagudos. El pelo peinado en forma de rastas les causa repulsión a muchos; y, si además de eso, quien lo usa fuma marihuana, son varios los que ponen el grito en el cielo. Seguir leyendo «Hierba humeante, rastas rechinantes»
Etiqueta: Juvenil
Revista literaria Luz de Candil, nº 3, con relato «La peluca de rastas»
La revista literaria Luz de Candil publica relatos y poemas de autores varios. Le agradezco esta valiosa iniciativa a Belén, responsable de su edición, y a la bloguera Belita, que ha contribuido a darle difusión. Y tengo el gusto de anunciar que en las páginas 37 a 45 está publicado un relato de mi autoría, La peluca de rastas. Que disfruten de la lectura.
Revista literaria digital gratuita
Ya está aquí el número 3 de la revista, realizado con dedicación y cariño. Quiero agradecerle a todos los escritores que han participado en ella su inestimable colaboración, y recordarles que siempre son bienvenidos al proyecto. A los nuevos visitantes, decirles que se animen a enviar sus historias hasta el 30 de septiembre.
Para acceder al archivo, solo tienen que ir al apartado «números publicados«, donde lo encontrarán tanto para ver en línea como para descargar.
(Nota: para descargar el archivo, hagan clic en la imagen del lateral izquierdo . Si necesitan un lector de PDF pueden descargarlo gratuitamente desde la web oficial).
Esperando sus sugerencias o notificaciones, me despido con un fuerte abrazo hasta la próxima entrada: ¡feliz lectura!
La peluca de rastas
Isaura me acarició las rastas, mientras me dormía despacio sobre las sábanas verdosas. El humo de marihuana apenas brotaba de los restos del cenicero de madera. Se acarició la barriga de seis meses donde Roni disfrutaba de su confort amniótico. Se recostó boca arriba y poco a poco fue conciliando el sueño.
***
—Crispín, no te me quedes. Te tengo que hablar.
Abrí los ojos medio despistado. Hacía tiempo que no escuchaba esa voz.
—Crispín, mi hijo querido. Te estás quedando. Ya no te queda tiempo.
Era mamá. Se me apareció en una visión radiante. Su figura esbelta flotaba encima de la perfecta redondez de la barriga de Isaura. Mis rastas adornaban el conjunto.
***
Las rastas. Esa moda rara que a papá no le gustaba nada, ahora era un furor. Mucha gente quería lucirlas. Pocos tenían paciencia para hacérselas. Fue otro de mis caprichos. Papá no supo detenerme. Como tampoco pudo frenarme otras cosas.
***
A los quince traje a la casa una novia de rastas que fumaba marihuana. Papá fumaba en pipa mientras me veía envuelto en humo verde, yo parecía tan feliz con esa chica de ideas raras. Yo aprendía como podía lo que era el amor. Había tenido durante doce años el feliz ejemplo de mis padres. Yo también quería hacer mi vida, reinventarme, lo hacía como me salía. Papá no rehizo su vida, siguió muy solo. Nadie iba a poder ocupar el lugar de mamá, y no tenía forma de darme una nueva madre. Le remordía la conciencia por no haberme hablado nunca con claridad sobre la muerte. Yo no sufría con la palabra muerte, no me dolía; la desconocía. Y corría peligro de terminar desconociendo también la palabra vida.
Tan sol(ter)o de vuelta
El Turco está sentado en el cordón de la vereda. Se le acerca el hermano.
–¿Qué te pasa, che?
–Otra vez…
–Juaa, te volvió a patear aquella.
El Turco lo mira de reojo, masticando rabia.
–Y que no vaya a decir que no la supe entender. Porque mirá que la pasó bien conmigo, ¿eh?
–Lo que pasa, es que…
–Se le dio por volver con ese tarado nariz para arriba. El novio que tenía antes.
–El mismo que ya te la había sacado el año pasado, ¿eh? Seguir leyendo «Tan sol(ter)o de vuelta»
Tinto y tristón
–Mi rincón. Monoambiente en buhardilla. Y con vista sobre edificios antiguos. Tiene onda, ¿eh?
–Bien para vos. No sé por qué, siempre te imaginé en un lugar así.
–Sentate, te voy a servir algo para brindar. Mirá.
Le acerco la botella.
–Lambrusco. Siempre quise probarlo.
–Tinto y dulzón. Buenísimo.
Descorcho la botella. Sirvo dos copas, chocamos y probamos. Yo apenas mojo los labios, disfruto del sabor a bayas. Mi primo la olfatea, pone cara de deleite, degusta un poco. Supo ser un buen catador de vinos. Aunque últimamente, no tanto como antes. Después de paladear y saborearse el acabado, vuelve a acercar la copa a los labios. Para mi sorpresa, en un envión se la baja toda. Me pide más. Seguir leyendo «Tinto y tristón»
Un rey llamado Juan Carlos

Quienes nacimos y vivimos en un país surgido bajo la bandera del republicanismo, vemos a la realeza como algo lejano. Raro, remoto, rebuscado, un poco altivo, acaso distinguido del resto. Así las cosas, cuando vemos pasar a un legítimo miembro de una casa real, abrigamos una extraña mezcla de admiración y curiosidad. Así fue como me sentí, allá por 1983, cuando el penúltimo titular de la corona de los Borbones visitó Montevideo. Al igual que tantos vecinos de Punta Carretas, caminamos hacia Bulevar Artigas, importante arteria que homenajea al máximo prócer oriental (el mismo que casi dos siglos antes luchara contra el ejército de otro Borbón) para ver pasar, saludar y vivar a Juan Carlos. Horas después, muchos otros conciudadanos uruguayos aplaudirían a rabiar cuando el muy mentado monarca se daba el gusto de refregarle en la cara a un dictador militar las virtudes civiles y morales de los sistemas democráticos. Y también, de aludir elogiosamente a un rey de las letras, un uruguayo exiliado en España, su más insigne tocayo: Onetti.
Sufrido pesar

Una necrológica municipal. Un lugar vacío adonde no va nadie. Pero los amigos sí que fueron.
Moro les pidió para estar primero él solo.
—Déjenlo tranquilo. —Tris sabía que Moro no quería que vieran sus lágrimas.
Entró a ese lugar, donde el cajón descubierto lo hizo estallar en llanto. Moro pegó con los puños en la pared mientras seguía gritando y llorando. Todos se pusieron muy nerviosos con ese olor a plástico quemado y pétalos mustios. No era normal.
—¡Así no! ¡Este pibe se terminó de enloquecer! —dijo Pedri, ofuscado.
—Esto no me gusta. Voy a entrar ya mismo —dijo Tris, más enojado.
Gonza apartó con sus brazos grandotes a los demás. No se podían apurar a entrar. Tris lo conocía más, sabía lo que hacía. Cuando entró, vio a Moro tirado en un rincón, tapándose la cara con las manos. Frente al cajón había una gran corona de claveles rojos; en donde habría estado la cinta con el nombre, las flores estaban chamuscadas.
De a poco fueron entrando los demás.
Cuando hay duelo, uno tiene que hacer lo que siente.
El Paisa, con toda sencillez, se acercó al cajón, se santiguó, estuvo unos instantes con la cabeza gacha, los ojos semicerrados. Hizo una reverencia cortita, volvió a santiguarse y se apartó.
Casi todos se fueron persignando, algunos sin ganas. Les preocupaba más el dolor de Moro.
Pili les dio la mano a Andy y a Jagu. Con candor pronunciaron la plegaria a Dios y a la Virgen del Pilar, por el descanso de esa alma. Después, hicieron silencio.
Nadie se inmutó con lo que había en el cajón, justo al lado del rostro de la difunta.
Un clavel del aire.
Moro sí se imaginaba quién lo podría haber traído. Alguien que no tenía ni para comprar una margarita.
¿Gabi?
¡Cobarde! Entró, miró y voló. Antes que todos. ¿Cómo supo?
No.
Mejor dejar las cosas así. No preguntes nada. No cuentes nada.
Sumiso lamento
La puerta gastada del apartamento se cerró chirriando. No es como en lo de Andy, que siempre hay alegría. Aquí pesa un silencio plomizo.
Moro se desplaza por las piezas, parco, con pereza. En el lecho yace la madre. Hace ya varias semanas que casi no se levanta. Las gastadas manos de india recorren las cuentas del rosario. Los ásperos labios murmuran mensajes mesurados.
En el patio vuelan dos colibríes. Buscan el néctar de unas florcitas blancas que crecen entreveradas con las verdes hojas de la enamorada del muro. Moro mira por la ventana. Cómo le gustaría ser colibrí para libar néctar…
Pero no tiene suerte. Bastante con que lo pusieron de delantero en el cuadro de fútbol. Se tiene que contentar con eso. No estudia, no trabaja, no hace más nada que ir al club, donde lo becaron. También le hace los mandados a la madre, le da de comer, la ayuda a levantarse. Siempre lo hacía todo ella sola. Pero ahora está cada vez más desganada. Está muy mal, pero lo resiste.
Moro la acompaña al baño. Espera afuera. Vuelve a entrar. Le da el brazo para que regrese a la cama. Después, vuelve al baño, tira la cadena del water. ¡Qué ganas que tiene de tirar la cadena a tantas cosas! Pero los ojos de mujer pacienzuda de su madre le siguen insistiendo sin hablar. Hay que consolarse con lo que se tiene.
Texto presentado al proyecto #TextosSolidarios.
Publicado también en Letras & Poesía, ver aquí.
Voyage, voyage
La puerta gastada de ese apartamento se abrió de golpe. Andy cantaba a voz en cuello sus baladas rockeras. Cara de copado. Amir se sorprendió al verlo aparecerse así. Andy, como siempre, con su sonrisa contagiosa, extendió la mano para adentro.
–Pasá, bo. Sentate donde quieras.
Amir entró, se sentía medio raro. Los ojos muy observadores recorrían todo, como queriendo tocar algo. El lugar era chiquito, los muros hacía años que no se pintaban, pocos muebles, casi nada de adornos. Andy desapareció por la puerta del dormitorio; en las paredes, parecía que un mar de grafitis diminutos hormigueaba como queriendo seguirlo.
–¿Te gustó la música que te puse ayer? Tengo otra parecida, tenés que oírla, bo.
Entre medio de los grafitis sobrevivían una foto, dos pósters y la cubierta de un disco. Cómo falta un padre acá, pensaba Amir. Pero el pobre Andy no tenía la culpa. Volvió a aparecer, siempre cantando, a buscar una toalla tirada en la mesa.
–Sentate, no te quedes parado ahí. Mirá que voy a tardar. Tomá, bo, escuchate algo, apretá acá –y le dio los auriculares.
Amir no atinó a oír esa música bochinchuda. Tenía la mirada clavada en una de las caras de la pared. Andy le captó en el aire su curiosidad.
–Ah, le copaba a mi vieja. Voyage, voyage. Quiere decir viaje, es en francés. Yo, ni idea, bo. Siempre soñaba con viajar. La cantaba a cada rato. Pero no está tan buena como las que ponía mi viejo. ¡Esas sí que son potentes, bo!
Es tal cual, le falta el padre. Y la madre. De ella, solo queda esa cubierta que ni siquiera la muestra. Es una cantante rubia, mirando de costado, con el pelo bien corto. No usa velo.
Cuando no nos dejaban usar calculadora
Eran otras épocas. Usábamos más la cabeza. Otra no nos quedaba. No teníamos celulares ni tablets. Tampoco había música ni televisión en el liceo, ni pensarlo. Para colmo, prohibiciones. Nada de pelo largo, nada de piercings (¡sólo las nenas usan caravanas!), nada de calzado deportivo, nada de ropa colorinchuda. Nada de muletas tecnológicas, hay que pensar con la cabeza y hacer con el lápiz. Es así como lo leen: se prohibía usar calculadora en clase. Había que calcular las sumas, restas, multiplicaciones y divisiones a mano. Y hasta raíces cuadradas. Todo. Seguir leyendo «Cuando no nos dejaban usar calculadora»
Una jornada en la vida de un teletrabajador fraybentino

Son las 7 y media de la mañana en Fray Bentos, y el informativo de CX 160 Radio Litoral despierta a Yamandú con noticias de una guerra muy lejana. Yamandú se refriega los ojos, se levanta, y se dispone a despertar a Nahuel, como todas las mañanas. Los primeros rayos del sol ya tiñen las aguas del Río de los Pájaros Pintados; el mismo río que ciento cincuenta años atrás viese nacer a su querida ciudad natal al ritmo de la naciente industria cárnica uruguaya y mundial. Seguir leyendo «Una jornada en la vida de un teletrabajador fraybentino»
Al azar – Aimless
A veces hay que probar por el gusto de probar,
no importa si el intento parece infructuoso.
Aunque más no sea por el mero afán de marcar
y así, tal vez, poder lograr algo virtuoso.
Traducido del original en el proyecto lucarna:
Sometimes you must try just for trying,
no matter if your try seems aimless.
Even if only for fun of leaving a mark,
and thus, maybe, achieving something decent.
Inicios de mi actividad literaria
Allá por octubre de 2014 comencé a escribir algo con aspiraciones de literatura. Pronto se multiplicaron las cantidades de textos en mi escritorio. Para darle un poco de orden a esto, y para que nada quede dormido por aquí, aprovecho esta, mi primera entrada de blog, como un ayudamemoria que iré actualizando poco a poco.
2016
Un aspecto que cuenta es la imagen del blog. No puede esclerosarse. Cada tanto se va ajustando. En cuanto al título, bueno, creo que no necesita explicaciones. Como logo elegí originalmente la hoja del Ginkgo, árbol milenario, como símbolo de permanencia. Por su parte, la descripción corta, al inicio, fue «Actualidad literaria y cultural». Como también está bueno difundir lo del pasado, unas semanas después la redefiní como «Difusión literaria y cultural». En diciembre de 2016 hubo un nuevo cambio, ahora es «Baluarte literario y cultural»; si bien un baluarte puede llegar a asustar, la pronunciación en voz alta de este vocablo desliza otra cosa, «valuarte». Quien nutre su espíritu de letras y cultura siempre crece.
Así las cosas, comencé a dar a conocer mis letras. Andando, andando, en este blog fui publicando:
- ONCE: de la serie Once relatos del juego de la vida
- TRES: extractos de la novela corta Tres terribles tigres
En setiembre de 2016 se publica mi relato La peluca de rastas en la revista literaria digital Luz de Candil. Después, su protagonista Crispín siguió apareciendo en otros artículos.
Un momento muy especial fue mi admisión como escritor en el blog Letras & Poesía, en donde realizo contribuciones cada dos domingos.
En noviembre de 2016, en el ámbito del novel portal Scripto.es, comenzó mi participación en el equipo de redacción del proyecto Textos Solidarios, que realizará una donación a la ONG Médicos Sin Fronteras.
En diciembre me admiten como autor en el blog Salto al Reverso, en donde comienzo a subir poesía.
Culmina el año 2016 con una gran alegría por partida doble. L&P Awards 2016, evento para el que fui nominado en varias categorías, anuncia mi premiación como
- Mejor escritor de Latinoamérica
- Mejor blog de traducción/recursos
2017
Comienza 2017 y me decido a publicar la que fue mi primera traducción literaria: Botijas en cana, a partir del original alemán Knastkinder, de Rüdiger Bertram. La fui publicando por entregas, para no impresionar, porque es muy cruda.
En marzo, mi proyecto hermano lucarna inicia su participación en el colectivo Letters & Poetry, a su vez proyecto hermano de Letras & Poesía.
Finaliza el mes con la selección de mi haiku Khachkar en Montevideo para incluirlo en la antología de Salto al Reverso de 2017.
Entusiasmado por la respuesta del público, adopté un nuevo logotipo en abril. El trébol de cuatro hojas, usualmente identificado con la buena suerte, con una vaquita de San Antonio (que simplifico llamando «sanantonio»), de chico me encantaba encontrar alguno en el jardín, pedirle un deseo, después caminaba hacia arriba por mi dedo, desplegaba las alitas y volaba lejos. Soñar, volar, libertad.
Comienzo a traducir literatura del inglés al español, todo un desafío. Pueden ver las primeras muestras aquí.
Y todavía en abril, mi inquietud no cesa. Inauguro el grupo de Facebook BlogoLetras y además convoco un primer encuentro literario en el Ateneo Grand Splendid de Buenos Aires, cinco personas que amamos las letras disfrutamos de una hermosa tarde.
En mayo comienza a gestarse una campaña de expectativa. ¿De qué? Ya lo sabrán…
Cierra el mes de mayo con mi admisión en el Portal Interactuar, en donde publico reseñas de temas culturales y artísticos.
En junio se publica en Amazon mi primer libro, Amigos orientales. En agosto se produce finalmente su lanzamiento.
En suma
Todo suma. Todos suman.
Muchas gracias al público por seguir acompañando.
Las miradas lectoras y opinadoras siempre son bienvenidas.
Otras páginas en las que pueden ver mi producción: